Las lluvias del mes de junio han favorecido que la campaña de prevención y extinción de incendios forestales en Aragón haya sido «extraordinariamente buena», hasta el punto de que el verano de 2023 haya sido el de menor número de fuegos y de superficie calcinada de los últimos 20 años. Es más, del 1 de junio al 30 de septiembre, se han quemado tan sólo 38 hectáreas, un 1,09 por cinto de la media histórica de las últimas dos décadas, que es de 3.494 hectáreas.

En total, en lo que va de año se han registrado 333 incendios en la comunidad autónoma, de los que el 78% son conatos –que han afectado a menos de una hectárea–, y han calcinado 1.469 hectáreas forestales, ha informado en rueda de prensa la directora general de Gestión Forestal, Ana Oliván.

Además, sólo tres incendios aglutinan la gran mayoría de las hectáreas quemadas: el de San Agustín (Teruel), en marzo, con 840 hectáreas; el de Mequinenza (Zaragoza), en abril, con 320; y el de Sos del Rey Católico (Zaragoza), en mayo, con 60.

Por provincias, Huesca ha registrado 96 incendios que han calcinado 347,51 hectáreas; Teruel, 64 con 881 hectáreas quemadas; y en Zaragoza se han ocasionado 118 fuegos, con 239,70 hectáreas afectadas.

En verano, se han declarado 97 incendios, de los que 87 han sido conatos, cuando la media histórica de los últimos 20 años es de 179. De los diez incendios más grandes en lo que va de año en Aragón, sólo uno se ha producido en este periodo –el de Puendeluna (Zaragoza), el 29 de junio, que ha quemado 8,5 hectáreas–.

Los accidentes y negligencias siguen siendo las causas mayoritarias de los incendios, un 46,83%, y se ha registrado una «pequeña subida» de los provocados –un 22,66% del total–, a lo que Oliván ha restado importancia por el número tan bajo de siniestros de este año.

Las causas naturales suponen un 18%, aunque en verano se disparan hasta el 45% y se colocan en primer lugar, debido a que es el periodo en el que hay más rayos y tormentas secas.

EVOLUCIÓN DEL AÑO

Oliván ha considerado que 2023 ha sido «un año extraordinario», a pesar de que la campaña de verano ha comenzado con condiciones adversas» y de que «los augurios eran malos» tras una primavera muy seca.

No obstante, se produce un vuelco gracias a las precipitaciones caídas en el mes de junio, que han propiciado una campaña «atípica» con unas cifras «extraordinariamente buenas».

Ha explicado que el año ha empezado con una situación «muy desfavorable», con temperaturas muy elevadas que se han mantenido a lo largo de los meses y que continúan en pleno octubre. Así, al inicio de la primavera, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha calificado 2023 como «cálido y seco», algo que ha dado «un vuelco» después de las lluvias de junio, cuando ha pasado a ser considerado «cálido y húmedo».

De este modo, aunque las temperaturas han sido muy elevadas, la media de las precipitaciones se ha visto «muy superada» por las situación real. Esto ha permitido una humedad de los combustibles muy altas, lo que hace que no estén disponibles para arder o que los fuegos sean de menores dimensiones.

En consonancia, en esta campaña ha habido «bastantes días» dentro de los niveles más bajos del índice de riesgo de incendios –verde y amarillo– y muchos menos en rojo, el nivel más alto, que en 2022.

Concretamente, a comienzos del verano, los días de mayor riesgo se han situado en valores cercanos a la media o por debajo y se han disparado en agosto y principios de septiembre por el aumento de las temperaturas.

Sin embargo, ha recalcado que el índice de peligro no depende sólo de las temperaturas, sino que también influyen otros condicionantes como la humedad, las precipitaciones, la nubosidad o el viento. De ahí que se mantengan los niveles verdes y amarillos, aunque ha instado a ser «especialmente cuidadosos» porque hay zonas en las que lleva tiempo sin llover.