Cualquiera que haya visitado Londres en los últimos años se habrá quedado sorprendido por la cantidad, variedad y ambición de su skyline. Y, del mismo modo, habrá percibido ese modo de urbanizar tan diferente al de la mayoría de ciudades europeas. No les ha temblado el pulso a la hora de construir vanguardistas rascacielos de cristal conviviendo junto a históricos edificios victorianos.

La nueva Londres rompe de cuajo con la idea imperante en el Viejo Continente, que vela precisamente por lo contrario: respetar los entornos históricos con rígidas regulaciones para las nuevas edificaciones en cuanto a alturas permitidas, e incluso colores y fisonomías de fachadas, con el fin de mantener una homogeneidad visual.

Optar por una u otra fórmula es algo subjetivo y debatible y, una vez alcanzado un consenso, son las administraciones locales las que proceden a regular en uno u otro sentido. Pero, en este aspecto, ¿cuál sería la posición que mantiene Zaragoza y qué se puede hacer o no a la hora de construir o reformar inmuebles existentes?

La respuesta corta es que depende: la capital aragonesa, regida a partir del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), así como por una serie de ordenanzas referidas a espacios urbanos, divide la ciudad en ámbitos de actuación y cada uno de ellos establece una regulación particular.

Rotterdam ha apostado claramente por la modernidad / HA

Del mismo modo, resulta injusto comparar Zaragoza con una megaurbe de primer orden como es Londres. No obstante, ese modelo también puede verse en otras ciudades británicas equiparables en tamaño a la capital aragonesa, por ejemplo Liverpool, donde en su riverside conviven edificios históricos con nuevos iconos de cristal; o de urbes de otros países europeos profundamente vanguardistas, como Rotterdam o Frankfurt.

En el lado opuesto están aquellas ciudades que velan por la homogeneidad, teniendo el ejemplo cercano de Toulouse, donde todos los edificios del centro mantienen en sus fachadas el color rosado tradicional de sus ladrillos.

El color rosado de las fachadas, característico de Toulouse / Nacho Viñau

En el caso de Zaragoza, nuevos edificios residenciales como Torre Zaragoza, en el barrio del AVE, o el edificio Skyline, en La Almozara, han vuelto a poner la cuestión sobre la mesa. ¿Es más atractivo apostar por edificaciones modernas y de gran altura, que rivalicen en el skyline con iconos históricos como El Pilar o San Pablo, o debe mantenerse un estilo particular para que no desentonen?

A priori, en Zaragoza es posible construir edificios vanguardistas. De hecho, lo ha demostrado a lo largo de su historia. Como ejemplo, el entorno de la Plaza de los Sitios, con una configuración urbanística en forma de damero, al estilo del Eixample de Barcelona, es fruto de la innovación que pretendía mostrarse coincidiendo con la Exposición Hispano-Francesa de 1908.

Pero todo lo que en un momento determinado fue moderno, deja de serlo, si bien hay estilos que resisten mejor el paso del tiempo que otros. Si nos ceñimos a la época actual, Zaragoza está salpicada de edificios rompedores, que demuestran que la normativa es permeable a su construcción.

Uno que despertó mucha controversia fue el nuevo edificio de Puerta Cinegia, un proyecto de Olano y Mendo Arquitectos en plena Plaza de España, con una fachada que rompía con la estética de las construcciones adyacentes. La promotora, Ordisa, se planteó un proyecto ambicioso que renovara el epicentro urbano de la ciudad. El 26 de noviembre de 2004 se realizó la inauguración oficial del edificio que, un año después, recibió el XXVI Trofeo Ricardo Magdalena de arquitectura.

Puerta Cinegia: modernidad en el epicentro de Zaragoza / HA

Poco tardan los zaragozanos en rebautizar las nuevas referencias urbanas de la ciudad (véase ‘El Huevo’ o ‘La Casa Grande’). En este caso, no sin cierto sarcasmo, el nombre que caló fue ‘El Código de Barras’.

Hay otros ejemplos en Zaragoza de edificios singulares, como el renovado museo Pablo Serrano. Levantado a partir de los antiguos talleres del hospicio provincial. La ampliación del edificio, que pasó de 2.500 a 7.000 m2, fue concebida por el arquitecto José Manuel Pérez Latorre, que falleció el pasado 21 de septiembre, e inaugurada en 2011. Es, sin duda, un edificio que no deja indiferente, con su revestimiento que combina el negro brillante con el turquesa.

El IACC Pablo Serrano, en el paseo María Agustín de Zaragoza. / Turismo Aragón

QUÉ SE PUEDE O NO SE PUEDE HACER EN ZARAGOZA

Como se ha indicado, la legislación existente en Zaragoza permite o no determinadas actuaciones dependiendo de distintos factores, siendo el más importante de ellos el Plan de Ordenación Urbana. En él se establecen distintos ámbitos de actuación, que no corresponden con los distritos de la ciudad, y cada uno de ellos es más o menos estricto.

Por ejemplo, y volviendo al caso de la Puerta Cinegia, a pesar de su revestimiento vanguardista, tuvo que respetar la altura permitida en Plaza de España. Esto contrasta con los grandes edificios que se han levantado recientemente, siendo el más destacado Torre Zaragoza, de 35 plantas, algo que se debe, como explican desde los Servicios de Planificación y Diseño Urbano del Ayuntamiento de Zaragoza, a causas relacionadas con modas arquitectónicas y de consumo residencial sin que, en la mayoría de los casos, haya sido consecuencia de aumentos en las superficies edificables por el planteamiento urbanístico.

Torre Zaragoza ha roto barreras de altura en la ciudad / Xoel Burgués para HOY ARAGÓN

En el entorno de la estación de Delicias, ya la propuesta de ordenación redactada de oficio por los servicios municipales hacia 2005 previó resolver las manzanas con edificios residenciales de altura media, de los que emergían torres de unas 20 plantas, en las que se situaría el importante aprovechamiento terciario previsto. Como informan, esta solución, en su momento, se relacionó con la propuesta de Hans Kollhoff en el concurso para la reforma del área de la Alexanderplatz de Berlín (1993).

Es decir, Zaragoza sí puede, sobre todo en áreas periféricas, plantear áreas urbanas con alturas notables y estilos vanguardistas, siempre teniendo en cuenta lo que establece el PGOU para cada ámbito en concreto, así como las ordenanzas relativas a ordenación urbana que hayan sido aprobadas.

Por su parte, y ahí está la principal clave para que esto esté mucho más restringido en el Casco Histórico, también se debe tener en cuenta el entorno y el patrimonio histórico – artístico, así como la cercanía o no de elementos BIC o protegidos.

En el Casco, por estas razones, está mucho más limitado para guardar cierta uniformidad y proteger los entornos patrimoniales, explican desde el Ayuntamiento. Sin embargo, estas limitaciones no existen en nuevos desarrollos urbanísticos y pastillas urbanas como son el barrio del AVE, San José, etc.