Bajo las bulliciosas calles del centro de Londres se esconde una red de túneles con un pasado intrigante, enlazado con espías que inspiraron la figura del famoso James Bond. Hoy, estos corredores subterráneos podrían transformarse en una atracción turística de la envergadura del London Eye.

El inversor australiano Angus Murray, exejecutivo de Macquarie Group, ha adquirido estos túneles al conglomerado británico de telecomunicaciones, BT Group, con un ambicioso plan de inversión.

A través de su empresa, London Tunnels, aspira a transformar las vastas salas subterráneas en un universo de experiencias inmersivas, sirviéndose de pantallas gigantes que proyecten adaptaciones de populares franquicias cinematográficas. Entre sus objetivos se encuentra establecer alianzas con gigantes del cine como Warner Bros, Discovery y Amazon.com.

Pero más allá del entretenimiento contemporáneo, Murray está decidido a honrar el riquísimo pasado del lugar. Los túneles no solo albergaron el que se dice fue el bar más profundo del Reino Unido, sino que también jugaron un papel crucial durante la Guerra Fría, garantizando el funcionamiento de las primeras líneas de telecomunicaciones transatlánticas.

Los orígenes de estos túneles datan de la década de 1940, cuando se construyeron como refugios contra los devastadores bombardeos aéreos del Blitz. Sin embargo, el fin de los ataques aéreos llevó a que estos corredores fueran utilizados por la Oficina de Investigación de los Interservicios (ISRB).

Esta oficina era en realidad una fachada del Special Operations Executive (SOE), conocido como «el ejército secreto de Churchill» y precursor del MI6. Ian Fleming, el creador de James Bond, estuvo vinculado al SOE, lo que proporciona un intrigante trasfondo a la conexión de los túneles con el espionaje.

Después de la guerra, estos pasajes subterráneos tuvieron otros usos estratégicos, como la «sala de guerra de reserva» y el depósito de documentos confidenciales. Incluso albergaron la línea directa que conectó a los líderes de EE. UU. y la Unión Soviética en las tensas épocas de la Guerra Fría.

La propuesta de Murray no solo revalorizará un espacio subutilizado, sino que también ofrecerá a los visitantes una visión única y auténtica de la historia británica del siglo XX. La combinación de entretenimiento moderno con un pasado tan rico promete convertir a estos túneles en una de las atracciones turísticas más destacadas de Londres en los próximos años.