La Abadía de Saint-Germain-des-Prés es uno de los monumentos más importantes de la capital francesa. Está situada en el Distrito VI, en un barrio que lleva su nombre y que es de los más chic de París gracias a a su arquitectura y a las decenas de tiendas, cafés y restaurantes que dan vida a sus animadas calles, resumiendo en sí mismo el espíritu y el ambiente más genuino de la ciudad.

La abadía, corazón del barrio, es el edificio religioso cristiano más antiguo de París, y desde su creación, fue la abadía más importante históricamente de cuantas existieron en la ciudad. La iglesia fue fundada a mediados del siglo VI por el obispo de París, San Germán, en tiempos del rey merovingio Childeberto I.

Y lo que poca gente sabe es que se fundó tras el sitio franco a Zaragoza en el año 582 para conservar una reliquia que trajeron desde nuestra ciudad. Y de hecho, fue fundada bajo la advocación de San Vicente de Zaragoza y la Santa Cruz.

EL SITIO FRANCO A ZARAGOZA

Zaragoza, a lo largo de su historia, ha sido sitiada en numerosas ocasiones. Una de ellas, fue en el siglo VI, cuando las tropas del rey Childeberto I sitiaron la ciudad dentro del contexto de la derrota del ejército visigodo ante los francos en la batalla de Vouillé en el 507. Esa derrota supuso el derrumbamiento del reino visigodo de Tolosa y la pérdida de todos los territorios que habían ocupado al norte de la cordillera pirenaica, con la excepción de una pequeña franja en Narbona.

Tras dicha derrota, Caesaragusta se convirtió en el principal baluarte defensivo de los visigodos en el norte de la Península gracias a su situación estratégica y a la potentes murallas que la defendían desde tiempos de los romanos.

Las potentes murallas de Zaragoza impidieron la entrada de los francos a la ciudad / HA

Esa amenaza se hizo real cuando en el año 541 un ejército franco comandado por los reyes Childeberto I, Clotario I y los tres hijos mayores de este, atravesó el Pirineo a través de Roncesvalles para conquistar el valle del Ebro y crear en esta zona una marca defensiva para defender los territorios del sur de Francia que habían sido conquistados años antes.

Tras saquear buena parte de la provincia Tarraconense, el ejército franco comenzó un asedio a Caesaragusta para hacerse con la plaza. El asedio a Zaragoza se prolongó durante 49 días, sin que los francos pudieran acceder a la ciudad gracias a sus potentes defensas. Según narra el obispo Gregorio de Tours, los francos se vieron impresionados cuando vieron la fe con la que los habitantes de Zaragoza se encomendaban a la protección de San Vicente Mártir.

Según el obispo, los zaragozanos se sometieron a ayuno riguroso, y desfilaron en procesión sobre las murallas entonando cánticos y llevando la túnica de San Vicente. Los hombres iban cubiertos de cilicios, mientras que las mujeres vestían mantos negros y cubrieron sus cabellos cubiertos de ceniza. Los francos, muy supersticiosos, creyeron que se trataba de un hechizo contra ellos, pero tras informarse que era un acto religioso, ofrecieron a Juan, obispo de Caesaragusta, levantar el asedio a cambio de la reliquia de San Vicente.

De esta manera, se cuenta que el obispo de Zaragoza les entregó la reliquia del santo a cambio de la retirada. La túnica fue llevada a París por Childeberto, y una vez allí, ordenó construir la iglesia de Saint-Germain-des-Prés, en la que sería enterrado en el año 558, al igual que San Germán, el obispo parisino que la construyó.