El cambio climático está forzando a la industria turística a repensar sus estrategias y adaptarse a un entorno en constante cambio. La frase de «ya no vuelvo a veranear en el sur por el excesivo calor» cada vez se escucha más. Con las olas de calor que se convierten en una realidad cada vez más frecuente, otras zonas de España empiezan a repuntar, como Galicia, Cantabria o el Pirineo.

La capacidad de adaptación y la resiliencia serán determinantes para el futuro de un sector que no solo es fundamental para la economía española, sino también para el bienestar de sus regiones más dependientes del turismo. Pero, la realidad es tozuda: el cambio climático avanza y la temperatura sube poco a poco hasta niveles que hacen que el verano sea asfixiante en lugares como Cádiz, Málaga o Baleares.

Con el verano 2024 ya en marcha, las olas de calor se están volviendo una constante, generando preocupaciones sobre cómo el sector turístico, que representa el 12% del PIB de España, está enfrentando estos desafíos climáticos.

Las temperaturas extremas han comenzado a afectar significativamente los patrones de turismo. En Grecia, los visitantes recientes han experimentado la primera ola de calor extrema registrada en el país, mientras que en Cataluña, los turistas de Semana Santa se encontraron con restricciones de agua debido a una sequía sin precedentes. Estos eventos son indicativos de un problema más amplio que se está extendiendo por toda Europa.

Según el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S), los diez años más calurosos de los que se tiene registro han ocurrido desde 2000. El año pasado, las temperaturas en toda Europa fueron 1°C superiores al promedio, y más de 2°C por encima de los niveles preindustriales. Las predicciones de Weather & Radar para julio de 2024 apuntan a que España experimentará temperaturas por encima del promedio, especialmente en el sur del país, y la experta en clima Rosie Mammatt de la Universidad de Reading advierte sobre la posibilidad de más récords de temperatura.

Cambio climático y turismo: un vínculo frágil

El calor extremo y la sequía están empezando a impactar los destinos turísticos tradicionales de España. Miles de turistas, acostumbrados a las playas andaluzas, han optado por escapar del calor y dirigirse hacia destinos más frescos en el norte del país, como Galicia, Asturias y el País Vasco. Este desplazamiento refleja un cambio en las preferencias turísticas impulsado por las condiciones climáticas extremas.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, ha destacado que el cambio climático está exponiendo a España a riesgos físicos, especialmente en el sector turístico basado en el sol y playa, que es altamente dependiente del clima.

Las regiones del sur y Levante, tradicionales destinos de verano, están viendo una disminución en el número de turistas, mientras que el norte del país enfrenta una nueva oleada de visitantes que podrían alterar el equilibrio de los destinos menos acostumbrados a grandes afluencias.

Un informe del Joint Research Center (JRC) de la Unión Europea predice que si las temperaturas aumentan entre 3 y 4 grados Celsius, España podría experimentar una caída en la demanda turística cercana al 10% durante los meses de julio y agosto. Este cambio en la demanda es corroborado por un análisis de datos de CaixaBank, que muestra que las zonas más cálidas de España tuvieron un crecimiento más lento en el gasto turístico entre 2019 y 2023.

El impacto económico del cambio climático en el turismo es una preocupación creciente. La Comisión Europea ha identificado a algunas regiones de España como particularmente vulnerables al cambio climático, lo que subraya la necesidad de que el sector turístico se adapte a las nuevas realidades climáticas. La preparación para un futuro con temperaturas extremas se está convirtiendo en una prioridad urgente para mantener la competitividad y sostenibilidad del turismo en España.