Aragón, tierra de majestuosas catedrales, guarda entre sus tesoros la más pequeña y antigua: la Catedral de Roda de Isábena. Con apenas 50 habitantes en la provincia de Huesca, este enclave medieval se erige como custodio de una historia fascinante.

Historia

En el siglo IX, Ramón I, conde de Ribagorza, marcó el inicio al separarse de la diócesis de Urgel, fundando Roda de Isábena como sede episcopal. Sin embargo, una incursión árabe en el siglo X devastó el templo, dando paso a la construcción de la actual catedral, consagrada en 1030. A mediados del siglo XII, perdió su estatus de sede episcopal debido a decisiones políticas.

Tranquila hasta el siglo XIX, la catedral vivió un capítulo sombrío en 1979, cuando el famoso ladrón de arte sacro, Erik el Belga, saqueó valiosas piezas. A pesar de las pérdidas, parte fue recuperada tras su detención, preservando el esplendor centenario de la catedral.

Arte y arquitectura

A pesar de las modificaciones, la catedral conserva el románico lombardo, único en España. Su cripta central, visible desde la nave, alberga el sepulcro de San Ramón, mientras que el claustro medieval destaca por sus epígrafes funerarios, formando uno de los mejores conjuntos de inscripciones lapidarias de Europa.

Roda de Isábena

Este pintoresco pueblo, con su estructura medieval y la imponente catedral a sus pies, invita a explorar los restos de murallas y el Palacio del Prior. Sus miradores ofrecen vistas al Valle de Isábena, y el puente romántico sobre el río añade encanto. Roda de Isábena es también el punto de partida ideal para descubrir la impresionante comarca de Ribagorza, con paisajes asombrosos y lugares únicos como el Congost de Mont-Rebei o el tranquilo templo budista de Panillo.

Así, la Catedral de Roda de Isábena no solo es testigo de siglos de historia, sino que sigue siendo un faro cultural en el corazón de Aragón, uniendo pasado y presente en cada piedra de su arquitectura.