216 kilómetros de costa, más de 100 playas y calas, un 66% de su territorio protegido, reserva de la biosfera desde 1993, el inconfundible color de sus aguas turquesas, una gastronomía única… Con esta tarjeta de presentación, no es de extrañar que Menorca sea un destino privilegiado en el Mediterráneo.

Cruce de culturas y civilizaciones desde hace milenios gracias a su estratégica situación, Menorca es una isla íntima y luminosa, ideal para ir sin prisa, recuperar la medida del tiempo y redescubrir la vida sencilla. Porque puede sonar a tópico, pero es que en Menorca se vive a otro ritmo, sin prisas, ‘poc a poc‘, como suelen decir por allí…

QUÉ VER EN MENORCA

La isla se divide en ocho municipios, además de decenas de urbanizaciones que salpican la costa. Pueblos encalados, con artesanía, pastelerías donde comprar ensaimadas (entre otros muchos productos), mercadillos nocturnos durante los meses de verano… Alaior, Es Mercadal, Es Migjorn Gran, Es Castell, Ferreries, Sant Llui, Fornelss, Es Grau, Cala Sant Esteve… Pueblos tranquilos y de calles blancas, que contrastan con la intensa vida comercial y nocturna de las dos grandes ciudades de la isla: Ciutadella, y Mahón.

En estas dos ciudades, aparte de su aspecto monumental, hay una intensa actividad comercial, gracias a las decenas de tiendas, bares y restaurantes que dan vida a sus calles. En Ciutadella, nada mejor que disfrutar de su ambiente nocturno por las calles y plazas, y por el puerto. No perderse el ayuntamiento, la catedral de Santa María, el castillo de San Nicolas, el mercado, y pasear por sus calles o por plazas como la des Born. Cerca de la catedral hay calles pequeñas y estrechas que son realmente bonitas.

Mahón es la capital de Menorca / HA

En Mahón, la capital de la isla, hay que visitar su larguísimo puerto (la ensenada tiene una longitud de unos 5,5 kilómetros, es el segundo puerto natural más grande del Mediterráneo). Y después, perderse por su casco histórico, visitando la Iglesia Santa María y la plaza del Ayuntamiento, el Portal de Sant Roc, el Teatro Principal, el Mercat des Cluastres o el Mercat des Peix (donde además de mercado, hay un espacio gastronómico con varios puestos).

Dejando de lado las ciudades, tampoco hay que perderse la Menorca Talayótica, incluida en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. En poco más de 700 km2, se han inventariado 1.568 yacimientos prehistóricos, con navetas funerarias, casas circulares, santuarios de ‘taula’ y torres o talayots.

Pero por si algo destaca Menorca, es por su medio natural y por sus playas vírgenes de aguas verdes y cristalinas. Para los que buscan comodidad, en esta isla de las Baleares hay un buen número de playas urbanizadas donde se puede ir con vehículos y donde encontrar todos los servicios.

Entre ellas, destaca por ejemplo Sont Bou, con sus 2,5 kilómetros de arena fina y blanca, o Cala Galdana, situada entre acantilados. En el norte, destaca S’Arenal d’en Castell, mientras que en el sureste, destaca Punta Prima, en Sant Lluis, con vistas a Illa de l’Aire.

Cala Macarelleta, una de las más famosas de la isla / HA

Pero para los que buscan algo más, la isla está repleta de playas y calas escondidas a las que solo se pueden llegar andando y que representan la Menorca más auténtica y natural. Cala Mitjana, Cala en Turqueta, Macarella, y sobre todo, Macaralleta, están entre las más populares de las calas vírgenes. También destacan las calas de Trebalúger, Cala Escorxada, Binigaus y Cala Fustam. En el norte, hay playas vírgenes como Cavalleria, o Cala Pilar. Playas con arena roja y muy diferentes a las del sur. También es recomendable en el norte Cala Pregonda.

Para disfrutar de esa naturaleza, Menorca ofrece una ruta circular: el Camí de Cavalls, un sendero de 185 kilómetros que bordea el mar y que tiene su origen a la época del rey Jaime II, cuando el monarca ordenó mantener un caballo armado para vigilar y defender las costas.

Enmarcados en medio de muchos de esos parajes naturales que marcan el paisaje de la costa menorquina, los faros salpican los acantilados que se funden con el mar. Faros como el de Favàritx, el de Punta Nati o el de Cavalleria, bien merecen una visita. Pero si estás allí en pleno verano, evita visitarlos a la hora de la puesta del sol.

Atardecer en el Faro de Cavalleria / HA

La acumulación de gente y de coches provoca que se cierren carreteras y que contemplar un espectáculo único e íntimo, sea un espectáculo de masas. Para evitarlo, lo mejor es buscar puntos perdidos de la costa para disfrutar de esos colores únicos que nos ofrece la puesta de sol. Quizás no sean lugares más famosos o instagrameables (o sí), pero al final, se trata de disfrutar de ese festival de luz y color, con el sol mutando antes de esconderse en el mar.

DÓNDE COMER EN MENORCA

Pese a su reducido tamaño, Menorca es una tierra rica en sabores y con una gran cultura culinaria. La isla es famosa por embutidos como la sobrasada, o la carn-i-xulla, el queso de Mahón elaborado con leche de vaca, la ternera criada en la propia isla, y por supuesto, a los pescados y marisco, desde las langostas de Fornells a la gamba roja de Menorca, el raor o los mejillones del puerto de Mahón. Tampoco hay que olvidarse de las ensaimadas, o de las ginebras que se elaboran en la isla, como Xoriguer, elaborada en el puerto de Mahón.

Por las barbas de Neptuno, una de las especialidades de Sa Pedrera / HA

A la hora de comer, esta isla mediterránea tiene una amplia oferta de sitios donde comer o cenar. Para empezar, nada mejor que reservar en Sa Pedrera des Pujol (Camí des Pujol, 14 Sant Lluis), toda una referencia del buen comer en Menorca. Nació como un merendero en los años 60, y con el paso del tiempo, ha evolucionado hasta estar recomendado por la Guía Michelin gracias al buen hacer del cocinero artesano Daniel Mora.

Tienen menú degustación y carta; y entre sus propuestas hay referencias sorprendentes como la Ostra Bloody Mary (servida como un cóctel, con sorbete de apio y pickels), ‘Por las barbas de Neptuno» (Huevo termal, cangrejo, gamba blanca, erizo de mar y salsa de ortiguillas), o la Formatjada Wellington de luxe (Solomillo de ternera en masa de coca, al horno, relleno de setas y foie, servido con salsa gravi que lleva más de 20 años en carta). En este mismo pueblo, Alcaufar Vell es un restaurante situado en un precioso hotel rural situado en una finca señorial que data del siglo XVIII y que tiene una cocina elaborada con productos de proximidad y de temporada.

Para comer langosta (entre otras muchas cosas), Fornells es el sitio adecuado. Además de tener un puerto perfecto para pasear, hay direcciones como Sa Llagosta (Gabriel Gelebart, 12), es considerada la cuna de la caldereta de langosta, uno de los platos típicos de Menorca. Pero además, la preparan salteada, gratinada con alioli, al horno, con arroz… Según Dabiz Muñoz, es el mejor sitio para comer langosta de toda la isla.

Para probar la caldereta, también se puede reservar mesa e Es Port (Guimerindo Riera, 5), donde podrás probar además especialidades como el calamar con sobrasada. Sa Rumbada (Paseo Marítimo, 27) tiene también una atractiva carta, con sugerencias como unos mejillones a la marinera que tienen una de las salsas más ricas que habrás probado.

Langosta con huevo y patatas fritas, en Es Cranc Pelut / HA

En Fornells también hay que probar otros de los platos más famosos de la isla, la langosta con huevos y patatas fritas. Y aunque hay muchos restaurantes que los preparan bien, por su presentación, y por el tamaño de la langosta, podemos recomendar Es Cranc Pelut (Paseo Marítimo, 98).

En Mahón, para desayunar o tomar el brunch, hay lugares como Pipet & Co (plaza Bastió, 10), o el Jardí de ses Bruixes (San Fernando 26) Vida una (Moll de Llevan, 159), es ideal para tomar un cóctel o un vermú. Y La Cantina Hauser & Wirth (Diseminado Illa del Rei), está situada en una isla, se va en barco, y es recomendable ir antes para pasear por la isla y ver las exposiciones y las obras de artistas como  recorrido exterior de esculturas que ha contado con obras de Eduardo Chillida, Louise Bourgeois, Joan Miró y Thomas J Price.

Hamburguesa de ensaimada, de Paput / HA

Si estás muchos días y quieres comer hamburguesas, Paput (Andén de Poniente) es el sitio ideal. Hay una amplia variedad de cócteles y hamburguesas con muchos ingredientes de la isla. Algunas, muy especiales, como la hamburguesa del mes de agosto, hecha con ensaimada.

En Ciutadella, hay direcciones como Café Balear, un grupo que posee un barco propio para capturar el pescado y el marisco que se servirán en sus tres restaurantes… Langosta de Menorca, rape, cigarras, gambas de Ciutadella… directos del mar al plato, sin intermediarios. Aunque el más conocido y visible es Café Balear (Passeig des Moll, 15), situada en la principal zona de ocio de la ciudad, otro de los restaurantes del grupo, Pins 46 (situado en la plaza del mismo nombre), está situado en un edificio histórico de aires coloniales, tiene una carta repleta de propuestas para picar algo, y es mucho más tranquilo que el situado en el muelle.

También puede ser interesante visitar el restaurante Faustino (Sa Muradeta, 22), situado en el interior del lujoso Hotel Faustino, cuenta con un precioso jardín de estilo inglés, y Sa Cova Cala’n Blanes, un chiringuito situado junto al mar para tomar arroces, pescado fresco, tapas, y unos cócteles al atardecer. Precisamente, si hablamos de arroces, te puedes acercar a Es Molí de Foc (Carrer de Sant Llorenç, 65, Sant Lluis), gracias al trabajo del maestro arrocero Vincet Vila.