Durante la civilización romana, el agua era un elemento clave para consolidar el desarrollo social y económico. Para garantizar su uso, los romanos construyeron imponentes obras de ingeniería, como el acueducto de Segovia, o el de los Bañales, en la comarca de las Cinco Villas.

En la vida en las ciudades, el agua también tenía un importancia clave. Por eso construyeron una amplia red de tuberías y cloacas, fuentes públicas, y termas, lugares de reunión destinados al baño que incluían zonas para realizar actividades lúdicas y deportivas. Las había públicas, y también privadas, en las villas y viviendas de los ciudadanos más pudientes.

LAS TERMAS ROMANAS DE ZARAGOZA

Caesar Augusta, la Zaragoza romana, es un buen ejemplo de cómo los romanos utilizaban el agua. No sólo como medio de transporte, al construir un puerto fluvial para facilitar la entrada y salida de mercancías a través del río Ebro, sino también con termas. Públicas, como las que podemos visitar en el museo de las Termas en la calle de San Juan y San Pedro, pero también privadas.

El principal recinto termal de la ciudad se corresponde con los restos que podemos contemplar en el mencionado museo. Esas termas públicas fueron construidas en el siglo I d.C, al comienzo de la dinastía Julio-Claudia. Y estuvieron en activo hasta el siglo IV.

Termas romanas Zaragoza
La piscina que se muestra en el museo de la calle San Juan y San Pedro / Cultura de Aragón

Las termas estaban situadas en un lugar estratégico dentro del urbanismo de la Caesar Augusta romana, al ser construidas en la zona más monumental, entre dos equipamientos de primer nivel que marcaban la vida de la ciudad: el foro y el teatro romano.

En el museo, inaugurado en 1999, se pueden ver restos como una piscina porticada de casi 10 metros, además de letrinas de época tardo-republicana, y de las tuberías y cloacas que permitían el funcionamiento del recinto. Esas letrinas consistían en un banco corrido para servir de asiento a los usuarios, y con perforaciones para poder cumplir su función.

Hay que tener en cuenta que en esas letrinas, los romanos también interrelacionaban y conversaban. Y bajo el banco, había un canal de saneamiento por el que circulaba una corriente continua de agua para arrastrar los detritos

Las letrinas estaban en una sala que seguramente sería cuadrada, y tenían una capacidad aproximada para unas 29 personas. Fueron utilizadas hasta finales del siglo I d.C, cuando fueron eliminadas para construir una piscina al aire libre.

La piscina, conocida como natatio, era rectangular, estaba revestida con placas de mármol en suelos y paredes, estaba decorada con motivos florales, y contaba con columnas en sus laterales. Se conservan casi 10 metros de piscina, aunque es posible que la piscina tuviera casi 16 metros. Solo se conserva un lado corto, rematado por un ábside lobulado, y en todo su perímetro tiene tres escalones para facilitar el acceso. El pórtico que se levantaba en torno a la piscina tenía una altura de entre 5 y 6 m, y de él se conservan restos de tres basas de columnas.

Durante la excavación se documentaron dos pedestales de piedra situados tras el ábside de la piscina, utilizados probablemente para apoyar esculturas para decorar el espacio.