Si hay una ciudad francesa que desprende belleza y glamour a raudales, esa es Biarritz. Situada cerca de los Pirineos y bañada por las fuertes olas del Mar Cantábrico, la ciudad francesa es uno de los destinos preminentes del País Vasco francés desde que en el siglo XIX la emperatriz Eugenia de Montijo la puso de moda y se convirtió en un imán para atraer a la realeza y a la nobleza europea.

Por esta ciudad de Francia pasaron los reyes de España, los de Bélgica, los de Portugal, los duques de Windsor, y por supuesto, escritores y artistas como Ernest Hemingway, Frank Sinatra, Gary Cooper o Charles Chaplin.

Así, durante la Belle Epoque, Biarritz pasó de ser un pequeño pueblo de pescadores a convertirse en el destino de la élites políticas, económicas y culturales. Esa imagen de lujo y glamour del pasado todavía se mantienen en la actualidad, gracias a los atractivos de una costa salvaje repleta de largas playas de fina arena y de rocas esculpidas por la fuerza del Atlántico, y a una arquitectura en la que destacan los edificios y villas en estilos tan variados como el art nouveau o el art-déco.

Además, si al medio natural y a la propia ciudad le sumamos un clima benigno o la posibilidad de practicar deportes como el surf o el golf , tenemos el cóctel perfecto para explicar porque Biarritz sigue estando entre los destinos preferentes en el sur de Francia.

QUÉ VER EN BIARRITZ

Para comenzar la visita a la ciudad, nada mejor que disfrutar de sus costas. Desde la punta Saint-Martin, donde se encuentra el faro de 73 metros de altura construido en 1834 (desde allí, las vistas de Biarritz y la costa francesa son impresionantes), hasta la Côte des Basques, destino de surferos de toda Europa, pasando por la pasarela de meta del Eiffel que conecta con el Rocher de la Vierge, son olvidarnos de la playa Miramar, el antiguo puerto pesquero, repleto de pequeños restaurantes para comer pescado y marisco (atención al Chef Albert, con pescados salvajes y marisco de primera), y por supuesto, de la Grande Plage.

Esta playa, la más importante de Biarritz, es responsable en parte de la imagen de glamour que desprende la ciudad con su paseo peatonal, con sus restaurantes con vistas al mar y con sus encantadoras casetas de rayas de colores como el amarillo, el verde, el rojo o el azul. Todo ello, enmarcado en un entorno natural excepcional.

Biarritz cuenta con una costa repleta de atractivos / France Voyage

Dejando al margen la costa y las playas, Biarritz te sorprenderá por su riqueza y variedad arquitectónica, con elementos clave como el Casino de art déco construido en 1929, la iglesia ortodoxa bizantina, construida en 1867, o la iglesia de Sainte-Eugénie, construida sobre la antigua capilla de Notre-Dame-de-Pitié, entre el 1898 y 1903 y levantada en en honor a Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.

Fruto de ese pasado aristocrático y burgués, el Hôtel du Palais es un claro referente. Fue construido bajo las órdenes del emperador Napoleón III para que fuera residencia de verano de Eugenia de Montijo. Tras fallecer el emperador, pasó a manos de la Banque de l’Union Parisienne, antes de convertirse en el lujoso hotel que podemos contemplar hoy. Si hablamos de hoteles de lujo, tampoco podemos olvidarnos de La Folie Boulart, un espectacular palacete de estilo neorrenacentista construido por Charles Boulart como regalo a su esposa Marthe. 

La Chapelle Impériale es una pequeña capilla construida en 1864 por encargo de la emperatriz Eugenia de Montijo. Y si te gustan los museos, en Biarritz hay una amplia variedad. Desde el museo del Mar, al museo del chocolate, pasando por el museo de historia o el de Arte oriental asiático.

LES HALLES, VISITA OBLIGADA

Les Halles, el mercado de Biarritz, es otro punto a tener en cuenta. En su interior hay puestos de frutas, carnes, panaderías, quesos, comida preparada. En frente, está L’Ecaillerie, otro edificio donde se encuentran las pescaderías y que es ideal para que te preparen raciones de marisco o para tomar unas ostras. Además, en torno al mercado hay multitud de terrazas donde sentarse a reponer fuerzas tomando un vino y un aperitivo.

Junto al marisco y el pescado, en Biarritz también son famosos los postres. Y entre las cafeterías, salones de té y pastelerías donde sentarse a tomar un tentempié destaca la Patisserie Miremont, un salón de té fundado en 1872 y que era fovorito de monarcas como el rey Alfonso XIII. Entre sus especialidades, la tarta Saint Honoré, su tarta de fresas, o los éclairs. También conviene visitar Maison Adam, conocida por sus macarons vascos, un postre que se dice que tomaba Luis XIV cuando visitaba Saint-Jean-de-Luz.