Tras una reciente sentencia del Tribunal Supremo, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha cedido parte de sus atribuciones a los ayuntamientos, permitiéndoles crear sus propias señales de tráfico, siempre y cuando no contradigan las del Reglamento General de Circulación. Este reglamento ya cuenta con un catálogo de más de 400 señales que han sido aprobadas y están en funcionamiento.

La decisión del Tribunal ha llevado a que numerosas ciudades españolas implementen rápidamente nuevas señales de tráfico, muchas de las cuales son desconocidas para los conductores habituales. Esta situación ha generado cierta confusión, ya que los automovilistas no están familiarizados con el significado de estas nuevas señales y, en muchos casos, no saben cómo deben actuar ante ellas.

Aunque algunas de estas nuevas señales podrían tener sentido y ser funcionales, la falta de información y educación al respecto está causando un notable desorden. Para que estas señales sean efectivas, sería necesario un esfuerzo didáctico tanto con los conductores como con los peatones. Sin este esfuerzo educativo, las señales pierden su funcionalidad, y el desconocimiento puede llevar a que los conductores infrinjan las normas, exponiéndose a posibles multas.

LA INICIATIVA EN BARCELONA: CAMINOS SEGUROS A LOS COLEGIOS

Un ejemplo destacado de esta nueva política es la iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, que ha establecido «caminos seguros» a los colegios en el centro de la ciudad. Esta iniciativa consiste en colocar una serie de señales alrededor de las escuelas, incluyendo pasos de cebra y señalización vertical, que identifican rutas seguras para que los estudiantes lleguen a sus centros educativos.

Entre las señales más destacadas se encuentra una que marca puntos de encuentro y reunión para los estudiantes en la calle. Estas señales se complementan con otras situadas en los pasos de cebra y aceras, así como con señales especiales dirigidas a los conductores que transitan por estas áreas escolares.

La iniciativa de los caminos seguros en Barcelona lleva ya varios años en funcionamiento y ha demostrado ser efectiva. Se calcula que ha contribuido a reducir la siniestralidad, especialmente los atropellos, en hasta un 40%. Debido a su éxito, esta medida ya se ha extendido a otras ciudades españolas.

A pesar de la buena intención detrás de estas nuevas señales y de la creación de rutas seguras, es fundamental que todos los conductores conozcan su significado y cómo actuar ante ellas. Sin una correcta formación y concienciación, estas señales pueden causar más problemas que beneficios, creando situaciones de peligro en lugar de prevenirlas.

En conclusión, aunque la autorización para que los ayuntamientos introduzcan nuevas señales de tráfico es un paso hacia una gestión más local y adaptada de la seguridad vial, es imprescindible acompañar esta medida con campañas informativas que ayuden a los conductores a entender y respetar las nuevas normas. De lo contrario, el objetivo de mejorar la seguridad en las ciudades podría verse comprometido.