En una reunión a puerta cerrada con obispos italianos el pasado día 20 de mayo, el Papa Francisco les solicitó que no admitieran en los seminarios ni ordenaran como sacerdotes a personas homosexuales. En palabras que fueron filtradas por la prensa habría dicho que «hay demasiado mariconeo en algunos seminarios».

El término que ha utilizado el Papa parece haber sido un error de lenguaje, ya que utilizó en italiano el término ‘frociaggine’, que en castellano se traduciría como ‘maricón’. Fuentes episcopales han señalado que la frase fue recibida con «risas incrédulas», sugiriendo que el Papa no era consciente del carácter ofensivo del término en italiano.

LAS NORMAS DE LA IGLESIA

La petición del Papa Francisco a los obispos italianos coincide con lo que establece la «Instrucción» preparada por el Vaticano en 2005 y confirmada por él mismo en 2016. «La Iglesia no puede admitir al seminario y a las órdenes sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay«, recita el texto.

El Papa Francisco ya había abordado la cuestión de la homosexualidad en varias ocasiones durante su pontificado. La primera vez fue en 2013, poco después de su nombramiento, cuando, durante un vuelo, expresó su respeto hacia la comunidad LGBT con su famosa frase: «¿Quién soy yo para juzgar?». Este comentario fue visto como un gesto de apertura hacia las personas homosexuales, marcando un contraste con sus predecesores.

Diez años después, el Papa Francisco volvió a generar controversia al permitir la bendición de parejas del mismo sexo, aunque aclaró que estas bendiciones no equivalen a un matrimonio. Este movimiento fue interpretado como un paso progresivo, pero limitado, en la aceptación de la diversidad dentro de la Iglesia.