Ha esperado a que la sentencia de su caso sea firme para pronunciar sus primeras palabras. Tras su detención el pasado 19 de febrero en Teruel no había hablado públicamente y considera que es el momento de aclarar algunas cosas.

Carlos Aranda renunció a su acta de concejal de Deportes del Ayuntamiento de Teruel cuando fue denunciado por un joven de 20 años que le acusó de realizarle tocamientos sin su permiso en su domicilio. Lo hizo justo después de que su partido, Ciudadanos, lo suspendiera de militancia tras conocerse los hechos. Casi cinco meses después, se siente satisfecho por haber quedado acreditada su inocencia.

Al preguntarle cómo sucedió o que pasó aquella noche no quiere entrar en detalles, pero deja a entrever muchas cosas. «Lo que define lo que viví entonces es incredulidad y tristeza», explica. «En todo momento obré de buena fe. Queda probado que todos los hechos que se me imputaron eran falsos. La vida está llena de aciertos y equivocaciones, y si hay gente que confunde la buena educación y la solidaridad con otra cosa, la sociedad tiene un serio problema.», añade.

Insiste, en una palabra, en la tristeza, que es como recuerda lo que él llama «aquella situación». «Lo que me sucedió a mí, le puede pasar a cualquier persona de forma sencilla; así funciona el sistema», denuncia Aranda.

Culpa a la estructura mediática, de la que dice que, en su caso, estuvo teñida de amarillismo, de sensacionalismo y de un afán por descuartizarle sin un mínimo de reflexión.” Desde el respeto que tengo a vuestra profesión, fui la carne fresca a la cual carroñar para satisfacer el morbo periodístico, que actuó sin la más elemental mesura y sin ningún intento de contrastar. La presunción de inocencia se vapuleó absolutamente», se sincera. También tiene tiempo para agradecer a su abogado, Antonio Bueso, con quien ha trabajado codo con codo, incluso para dar esta entrevista.

Carlos asegura que no se ha sentido solo durante este tiempo; que han sido muchos, conocidos y desconocidos, los que le han apoyado. «Había días que iba por la calle, y gente que apenas conocía me paraba y me daba ánimos. Se que ha habido mucha gente apoyando y haciendo todo lo posible para que se hiciera justicia. No puedo estar más agradecido de todo el apoyo recibido», relata.

Insiste en que todo lo que ha conseguido en su vida ha sido con trabajo y perseverancia y recuerda con cariño los tres años que vivió como concejal de Deportes en Teruel. «Sigo teniendo afán por aprender, por hacer de mi vida una formación permanente. Hace unos meses, finalicé un grado universitario y me embarqué en un máster con la intención de no dejar de formarme», dice.

Su vida no ha parado, aunque reconoce que si sufrió un duro revés. Cuando le preguntamos si se siente «marcado» de cara a su futuro personal y profesional cuenta lo siguiente: «He intentado ser optimista desde el principio, pensando que para avanzar a veces hay que caerse y volver a levantarse y pienso que este hecho pasará y se verá como anécdota. Desde luego, habrá gente que no querrá olvidar y hacer daño, pero la gente así me provoca absoluta indiferencia. Yo hoy salgo a la calle consciente de mi inocencia y mi inocencia me acompañará siempre».

Al preguntarle si le queda algo dentro por decir, alguna frase que quiera que se refleje en este artículo, se dirige directamente a quien fuera su alcaldesa en el Ayuntamiento turolense. «Me condenó sin el mínimo respeto a la presunción de inocencia. Cada uno tiene su conciencia o la falta de ella; en la vida no todo vale, y si lo que impera es la soberbia y la falta de empatía al final eso acaba pasando factura en la vida», sentencia.