Juan Ramón Lucas, periodista y escritor visita HOY ARAGÓN para presentar su tercera novela, «Melina». Esta obra es especialmente personal, ya que la protagonista está parcialmente inspirada en la vida de su madre. Lucas confiesa que escribir esta novela ha supuesto superar ciertos prejuicios ya que reconstruyó historias de la vida de su familia, su madre y sus abuelos durante los años de revolución, guerra, dictadura y represión. Además, durante la entrevista, hablamos con él sobre cómo ve actualmente a los medios de comunicación y las críticas políticas al periodismo.

La protagonista de la historia está parcialmente inspirada en la historia de su madre. Una mujer adelantada a su tiempo que se rodeó de mujeres fuertes y valientes que le ayudaron a forjar su camino. ¿Cómo decidió abordar la historia de estas mujeres?

La historia de Melina, el personaje basado en la vida de mi madre, estaba en casa desde hacía mucho tiempo en los relatos que contaba sobre su dura infancia, en las cosas que contaba sobre la curiosidad con que iba al colegio, la sorpresa con la que asistía a las diferencias con que se educaban a hombres y mujeres, la relación complicada con su padre y luego las notas que ella recopiló y que fue recogiendo y mecanografiando mi padre. Esas notas estaban desde hace tiempo y cuando estuve pensando en la tercera novela ya con un poquito más de osadía que no tenía porque ese material lo tenía desde hace tiempo, pero no me había atrevido a novelarlo dije, bueno, voy a meterme con esto y eso hice. A partir de ahí me empecé a leer ese material de otra forma, subrayarlo, a recoger lo que me interesaba para el relato de esta historia de Melina y así nace.

¿Ha encontrado algún desafío particular al abordar este tema delicado?

Más que un desafío era superar una barrera de ciertos prejuicios, porque al final estoy contando algo que, aunque sea una ficción, es historia de mi familia, de mi madre, de mis abuelos. Ha sido un ejercicio algo complicado en algún momento enfrentándote a fantasmas o miedos familiares, pero me parecía interesante por lo que significa, porque habla de la superación, habla del deseo de salir de una atmósfera hostil en lo personal y en lo cotidiano, en los afectos y en la vida de cada día. Y cómo con el ejemplo de otras mujeres, con la propia determinación, haciendo del desafecto un combustible para encontrarse a sí misma, para quererse más, pues emprende una aventura vital que le lleva al Asturias de la migración al Asturias del exilio y al final a encontrar lo que está buscando. La novela es dura en el arranque, retrata una atmósfera difícil, gris y violenta en algún caso en la primera parte, pero luego es una novela luminosa que recorre una vida en la que pasan muchas cosas. Hay muchas emociones y al final terminas consiguiendo lo que quiere y no hago spoiler, simplemente es que es así. Lo interesante es ver el recorrido y que se encuentra al final.

¿Qué mensaje espera transmitir a los lectores a través de esta novela?

Cuando escribes novelas no esperas ningún mensaje, simplemente quieres contar una historia y quieres hablar de la vida, hablar de lo que importa de verdad. En este mundo cada vez más fragmentado, en este mundo en el que todo se clasifica, todo se coloca en estantes si eres de una cosa, eres de otra. Negar a los demás la capacidad de pensar, criticar al que no piensa como tú, que cada vez estamos más cerrados, pues la literatura que crea universos complejos y habla de la condición humana se va pareciendo más a la realidad, entonces es un poco retratar la realidad, aunque sea ficcionada. Es un poco homenajear a las mujeres que durante mucho tiempo han estado peleando por un mundo igualitario, por mejoras que cuando empiezan a conseguirlas, a vislumbrarlos, ya son muy mayores para disfrutarlas. Es un recorrido por una experiencia vital que puede ser la de muchas mujeres y que pretende quitarse el sombrero ante las mujeres que se lo han peleado solas, que han abierto camino sin saberlo y las que han tenido la determinación de seguir haciéndolo y que son el ejemplo de las que todavía, porque quedan muchas cosas por hacer y el ejemplo está ahí. No en los neofeminismos excluyentes, sino en la lucha de verdad por la liberación y por la igualdad que llevan haciendo e impulsando desde hace décadas y siglos muchas mujeres.

Locutor, presentador, escritor… A lo largo de su carrera profesional ha sido y ha hecho prácticamente de todo. ¿Dónde se siente más cómodo o disfruta más?

Es difícil. Yo soy hombre de radio pero disfruto mucho creando. La literatura me está dando enormes alegrías y cuando digo literatura lo digo con mucha reserva, porque yo soy un periodista que escribe. Cada vez menos periodista y cada vez más escritor, pero la literatura son palabras mayores, son mayúsculas. Disfruto mucho creando historias, fabulando, respondiendo a las preguntas que yo me hago, pues creando personajes y ofreciéndoselos al público a ver si tiene las mismas y a ver si le sirven de algo. Encuentro respuestas al hacerme preguntas y escribir sobre ellas. No me queda más remedio porque los personajes que son complejos, tienen que ser también completos.

Hablemos de nuestro oficio. ¿Cómo lleva estos años de presión y de críticas políticas al periodismo?

Son tiempos difíciles para la verdad, tiempos difíciles en que se simplifica el mensaje y por tanto las ideas. Tiempos en los que todos queremos entender todo a la primera y con una frase de Twitter pero el mundo es más complejo y sin embargo ahora es mucho más dogmático, ahora es mucho más reduccionista. Ahora es mucho más limitado en la medida en que tendemos a explicarlo todo con 2 palabras y desde nuestra propia mirada, sin asomarnos a las de los demás y muchas veces sin dar opción a que los demás puedan convencernos porque no tienen razón, lo nuestro es lo que vale y todo no es fuera de normas de muchas simplificación a lo que contribuye, pues, el lenguaje simplificado, las redes sociales, la necesidad de estar presente en esas redes que te quitan tiempo para la reflexión, para el contacto directo. En fin, yo creo que vivimos un mundo fragmentado y en el que cada vez es más difícil entenderse porque nosotros mismos nos vamos poniendo barreras, simplificando la realidad.

¿Cómo percibe a los medios de comunicación actualmente?

Siguen siendo necesarios. Somos depositarios porque nosotros lo hemos elegido de un derecho universal fundamental, que es el derecho a la información y eso es sobre todo compromiso. Quiero creer que los que nos dedicamos a esto seguimos siendo gente comprometida con lo que hacemos. Los medios de comunicación creo que están demasiado contagiados de esa banalidad de las relaciones, de esa frivolización de casi todo y a veces no entrar en profundidad ó frivolizar o tratar de clasificar de una sola mirada la realidad compleja que tenemos, pues es un ejercicio que no casa con nuestro compromiso con la verdad, con la información y con crear conciencia a través de eso. Lo veo con preocupación pero es que los medios al final son el reflejo de la sociedad.

¿Echa de menos analizar la actualidad cada noche en un momento tan agitado como este?

No. Hago mis análisis a través de los artículos que escribo en La Razón o en otros medios de mi presencia en algunos programas de televisión, pero no echo de menos la batalla diaria. Fundamentalmente porque está todo muy cargado y yo ya llevo mucho tiempo y estoy disfrutando mucho ahora creando historias que cuando escribía a diario cuando contaba a diario la realidad, me servían de liberación. Ahora me hacen sentir muy feliz. Entonces sigo manteniendo mi compromiso, sigo siendo periodista y en algún momento supongo que regresaré a eso, no lo sé, aunque ya voy teniendo mis años, pero ahora mismo no lo echo de menos.