Nuestra Comunidad está repleta de edificios que sorprenden a cuantos los visitan y que son testigos del pasado de este viejo Reino. Uno de ellos, es San Pedro el Viejo de Huesca. Este templo es una de las iglesias más antiguas de toda España, ya que fue iglesia cristiana visigoda. Y antes, templo romano.

El monasterio, situado en el casco histórico de la antigua capital del reino, es uno de los mejores exponentes del arte románico aragonés, fue declarado Monumento Nacional en 1885. Y su interior alberga un panteón real con las tumbas de dos de los monarcas clave en la historia del Reino de Aragón, Alfonso I el Batallador, conquistador de Zaragoza y enterrado en el castillo de Montearagón hasta el siglo XIX, y su hermano y sucesor, Ramiro II el Monje. También contiene los restos de los santos Justo y Pastor.

Durante la dominación musulmana de la ciudad, el templo mantuvo su carácter cristiano como catedral mozárabe. Así se mantuvo hasta que en el siglo XII adquirió el estilo románico que podemos ver en la actualidad.

UNA HISTORIA LIGADA A LA MONARQUÍA ARAGONESA

Tras la conquista de la ciudad por el rey Pedro I, la monarquía dona la iglesia al monasterio francés de Saint Ponc de Tomières, pasando de ser la seo de la ciudad a convertirse en un monasterio benedictino. Fue en ese momento cuando comienzan las obras que lo transforman en el conjunto románico que podemos ver en la actualidad.

Vista del claustro de San Pedro / Turismo de Aragón

En el siglo XII San Pedro fue la sede real más prolongada de toda la Edad Media de lo que hoy es España, ya que Ramiro II vivió durante veinte años. Durante toda la época medieval, San Pedro fue el templo más importante de la ciudad, al contar con la protección de los monarcas aragoneses.

Al dejar de ser monasterio, la iglesia se constituye como un priorato, con patronos como el Ayuntamiento de Huesca y el Colegio Imperial de Santiago. Además, aparecen dos figuras singulares para velar por el patrimonio del templo, los ‘Obreros de San Pedro‘. Ese es el nombre con el que se conoce a las dos personas prominentes de la sociedad oscense elegidas para velar por el patrimonio del monasterio. Eran elegidas de forma anual, y ejercía de patronos seglares del priorato y de la iglesia de San Pedro.

QUÉ VER EN SAN PEDRO EL VIEJO

La iglesia es un auténtico tesoro lleno de elementos ante los que detenerse para admirarlos. La Iglesia tiene tres naves cubiertas con bóvedas de cañón, y entre los espacios más destacables, hay que reseñar el claustro de 1149. Fue restaurado en el siglo XIX, y llaman la atención sus 38 capitales románicos labrados, de los que perviven 18 originales. En los capiteles se recrean escenas de la vida de Jesús, del Antiguo Testamento, y también de la toma de la ciudad. Entre todos ellos, no hay que perderse el ‘capitel de la bailarina’, con una escena bastante extraña para la época.

Capiteles románicos del viejo monasterio / San Pedro el Viejo

Junto al claustro se encuentra la capilla de San Bartolomé, donde están enterrados los monarcas Alfonso I y Ramiro II, este último, famoso por ser el origen de la leyenda de la Campana de Huesca, y por ser padre de Petronila de Aragón, la reina que se casó con el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, dando origen a la Corona de Aragón.

También hay que detenerse en la sillería del coro, fechada en 1506, y las pinturas francogóticas del siglo XIII. En el exterior, en la portada norte, hay un hermoso crismón trinitario, típico de románico aragonés, que está sujeto por dos ángeles.

En el siglo XIX el templo estuvo a punto de desaparecer. Por suerte, la reacción de la sociedad oscense (que no de las instituciones), permitió conseguir la declaración de Monumento Nacional, lo que implicaba la intervención del estado en la restauración y mantenimiento del edificio.