Aragón es el mayor productor de alabastro del mundo, aunque la mayor parte se exporta sin transformar perdiendo ese valor añadido. Y por eso es tan importante el trabajo que están realizando desde Amarist Studio para trabajar y crea con este material, traspasando los límites del diseño para crear piezas rompedoras y llenas de creatividad.

Ahora, tras cinco años de trabajo, esa creatividad se ve plasmada en ‘Aqua Fossil’, una exposición que puede verse en el IAACC Pablo Serrano y que está atrayendo a profesionales de fuera relacionados con el mundo de la decoración. En esta exposición inmersiva y envolvente hay 18 toneladas de alabastro, además de la escultura más grande jamás creada en alabastro retroiluminado desde su interior.

Amarist es un estudio que además, tiene el valor de tener su sede en Boltaña, la localidad donde se conocieron ambos. El estudio, creado en 2014, está compuesto por el zaragozano Arán Lozano y por la barcelonesa Clara Campo, y han expuesto en Nueva York, Londres, París , Venecia, Dubái o Miami, además de en Madrid, mostrando obras que difuminan los límites entre arte, diseño y artesanía.

En la capital española, el año pasado fueron uno de los grandes descubrimientos del Madrid Design Festival dentro de ‘Madre Natura‘, una expo comisariada por Teresa Herrero en la que, además de Amarist, también estaban presentes el interiorista zaragozano Diego Guillén y el artesano oscense Elías Collado. Además, en 2018 la revista Forbes los seleccionó en el apartado de arte y cultura de su lista ’30 under 30 Europe’, y su trabajo ha sido recogido por medios internacionales como The Washington Post, The Financial Times o Harpers Bazaar.

Arán Lozano y Clara Campo forman Amarist Studio

Desde Amarist empezaron en 2019 a investigar y emplear este material que se extrae en varias comarcas aragonesas desde su visión artística y creativa. El alabastro se forma por sedimentación y evaporación, y por eso se le ve como una especie de agua fósil. Dicho en otras palabras, es la huella que dejaron en épocas pasadas los mares que un día cubrieron el Valle del Ebro y el Bajo Aragón. Al evaporarse esos mares hace millones de años, se formó este material que ha servido para cubrir ventanas en los templos medievales, para hacer altares como los del Pilar o La Seo de Zaragoza, o en época moderna, para hacer lámparas, entre otros muchos objetos.

En base a ese pasado relacionado con el agua, Amarist ha creado un universo de lámparas retroiluminadas que sirve para reflexionar sobre el sobreconsumo de recursos naturales y la distopía de un mundo en el que el agua se ha acabado y solo es un recuerdo plasmado en las piedras.

Para conseguir el efecto que podemos ver en ‘Aqua Fossil’, Arán y Clara tratan el alabastro con resinas para conseguir un resultado orgánico y moldeable, perfecto tanto para obras de pequeño como de gran formato.

En la exposición del IAACC quieren que imaginemos un mundo en el que el agua ha desaparecido, en una clara llamada de atención sobre el impacto que la desaparición del agua tendría sobre el entorno que conocemos, poniendo de manifiesto la importancia de preservar los recursos naturales. En la exposición se pueden ver varias áreas interconectadas entre ellas.

La primera de ellas es virtual; la primera reúne algunas luminarias escultura que Amarist Studio ha ido creando y desarrollando dentro del proceso investigador de la pareja. En la segunda, y bajo el título de Metamorphosis, Amarist Studio presenta sus esculturas luminosas de alabastro, confrontándolas con el agua del pantano de Mediano. A continuación, podemos visionar un corto en el que se pone en valor Oda, una pieza en formato XXL que fue suspendida sobre la iglesia del pueblo que quedó sumergido al construir el pantano, o de un viejo puente.

Y la tercera zona es sin duda la más espectacular de la exposición gracias a esta instalación inmersiva que reproduce un ambiente apocalíptico en el que el agua ha desaparecido, gracias a un lecho pedregoso de alabastro en bruto y a las pantallas que envuelven la sala proyectando los cielos crepusculares de Aragón a cargo de David Rodríguez.

En el centro de ese escenario que se debate entre lo bello, lo sublime y lo dantesco, vemos Oda, una lámpara retroiluminada gigante que representa un enorme torrente congelado de alabastro de tres metros de altura y trescientos kilos que representa el agua que ha pasado del estado líquido a fósil, produciendo un cambio radical en las condiciones del medio y del paisaje. Esta escultura cuelga una lámina que nos recuerda que el agua es un elemento que está en estado de extinción.
La exposición puede verse hasta el 31 de marzo en la sala 0 del IAACC Pablo Serrano de Zaragoza.