En las profundidades de Jordania, a unos 50 kilómetros de la bulliciosa Amán, yace una joya histórica que ha resistido los embates del tiempo: Jerash, la antigua Gerasa. Este rincón, que alguna vez albergó a 20,000 habitantes y formó parte de la Decápolis, ha emergido como una de las regiones mejor conservadas del imperio romano, rivalizando incluso con la renombrada Pompeya.

La historia de Jerash se entrelaza con las estrategias del general Pompeyo, quien la incorporó al imperio romano alrededor del año 63 a.C. Su ubicación estratégica la convirtió en un crisol de comunidades desde la era del Neolítico, según revela la revista National Geographic.

Sin embargo, fue un terremoto en el año 749 d.C. el que selló el destino de Jerash de una manera única. El temblor dejó gran parte de la ciudad oculta bajo escombros y arena, llevando a la población a abandonar la región, sumiéndola en el olvido hasta principios del siglo XIX.

Fue Ulrich Jasper Seetzen, un explorador alemán, quien en 1806 redescubrió Jerash, devolviéndola a la atención del mundo. Aunque las excavaciones no comenzaron hasta la década de 1920, revelando apenas una fracción de la ciudad, se estima que más de la mitad aún descansa sepultada.

El recorrido por Jerash es un viaje a través de la grandeza romana. Sus teatros, incluyendo el imponente Teatro Sur y el más íntimo Teatro Norte, narran historias de espectáculos y entretenimiento que alguna vez llenaron sus gradas. El majestuoso Arco de Adriano, considerado uno de los mayores de la época romana, rinde homenaje al emperador. La Plaza Ovalada y el Santuario de Artemisa, entre otros puntos de interés, dan vida a la esencia de esta ciudad histórica.

En Jerash, cada calle, cada monumento, susurra la historia de una época dorada que resiste los estragos del tiempo, invitando a los visitantes a sumergirse en un pasado que cobra vida con cada paso. La antigua Gerasa, resucitada del olvido, se erige como un testimonio perdurable de la grandeza romana en medio del paisaje jordano.