En las profundidades de la reserva natural de los Cingles de Bertí, a apenas 50 km de la bulliciosa Barcelona, ​​se esconde un paraíso troglodítico: Sant Miquel del Fai. Con su iglesia resguardada en una gruta imponente y las cascadas que descienden majestuosamente desde lo alto de los riscos, este rincón parece un portal a un «mundo perdido».

Aunque la entrada es libre, si se llega en coche, el espacio de estacionamiento es escaso a la hora de explorar este enclave ya que este lugar requiere reserva previa para poder acceder. Sorprendentemente, bajo la carretera que asciende desde el pueblo de Sant Feliu de Codines, se revela un conjunto románico tallado en la roca, con más de mil años de historia. Después de cinco años de meticulosa restauración, en abril de 2023, Sant Miquel del Fai abrió sus puertas para visitas gratuitas, previa reserva.

Caminar por el antiguo puente de 1592 que cruza el río Rossinyol proporciona una impresión de la ubicación remota del lugar. Atravesar la entrada fortificada del siglo XVI, La Foradada, conduce a un mundo de riscos, cascadas y grutas, capturando la esencia de un «mundo perdido».

La Plaza de la Abadía sirve como punto de partida, destacando la Casa Prioral (siglos XV-XVII), que alguna vez albergó a monjes benedictinos y, a partir de 1856, se transformó en hostal y restaurante para los visitantes. Aunque parezca aislado, Sant Miquel del Fai fue un destino popular desde el siglo XIX hasta la Guerra Civil, atrayendo a figuras como los escritores románticos George Sand y Lord Byron.

Lo que realmente transporta a otro tiempo son las cascadas del Rossinyol y del Tenes, cayendo desde alturas impresionantes de 100 y 300 metros, respectivamente. La iglesia románica de Sant Miquel, construida bajo una gruta, ofrece un escenario único, con un pequeño claustro construido por los monjes en el estrecho espacio entre la gruta y el precipicio.

El sendero, bordeando la roca, lleva a la ermita románica de Sant Martí (siglos XII-XIII), con paradas destacadas en la plaza de El Repòs y el espectacular paso tras la cortina de agua del salto del Tenes. Un breve vistazo al mundo de estalagmitas y estalactitas en las cuevas de Sant Miquel y de Les Tosques añade un toque de magia a la experiencia.

La etimología de «Fai» revela su conexión con «caída de agua», originada en el latín «fallium», que también dio origen a la palabra «falla». Estas curiosidades geológicas se han convertido en palabras, tejiendo la historia de Sant Miquel del Fai, un refugio escondido donde la naturaleza y la historia convergen en un paisaje extraordinario.