Enclavadas en el vasto Océano Atlántico, las Islas Canarias, Madeira, las Azores y Cabo Verde se unen bajo un nombre intrigante: Macaronesia. Más allá de su ubicación geográfica, estos archipiélagos comparten similitudes y discrepancias notables. Mientras que las Islas Canarias son parte integral de España en términos legales, administrativos, sociales y culturales, los otros tres territorios tienen en común el portugués como lengua oficial, si bien Cabo Verde es el único de los cuatro con total independencia política.

La soberanía y el control de las Islas Canarias, Madeira, las Azores y Cabo Verde están claramente definidos y respetados por España y Portugal. Sin embargo, en el corazón de esta Macaronesia, yacía una discordia persistente: las Islas Salvajes. Este remoto archipiélago deshabitado se encuentra a meros 175 kilómetros de las Canarias, un detalle sorprendente.

A diferencia de Cabo Verde o las Azores, las Islas Salvajes son un territorio diminuto con tan solo 2,73 kilómetros de ancho. Esta ínfima porción de tierra ha sido motivo de disputa entre España y Portugal durante siglos, generando tensiones a pesar de su aparente insignificancia.

La disputa se centra en la denominación de Salvajes: para España es un islote, mientras que para Portugal es una isla en toda regla. A pesar de su falta de agua y vegetación, lo que impidió su colonización en el siglo XVI y XVII, Portugal ha persistido en su reclamo sobre esta tierra. Actualmente, aunque no esté respaldado por resoluciones judiciales, es gestionada por la administración de Madeira.

El interés de España en estos «islotes» radica en la posibilidad de encontrar reservas de gas natural bajo su superficie, lo que podría aliviar las necesidades energéticas del país. Sin embargo, las disputas persisten sin una resolución oficial, a pesar de la reclamación presentada por España en 2014. Así, las Islas Salvajes continúan siendo un punto de conflicto y misterio en esta fascinante Macaronesia.