Dicen que la comarca turolense del Matarraña es la Toscana española. Pero no. Es mucho más… es una comarca con una idiosincrasia propia, con unos parajes espectaculares y unos pueblos con personalidad que han mantener la arquitectura tradicional y el sabor de siempre, aunque han sabido reinventarse para ofrecer un producto turístico único que atrapa a cuantos allí llegan.

Además de sus recursos naturales, con maravillas como los Puertos de Beceite, y de localidades como Valderrobres, El Matarraña ofrece una oferta hostelera y gastronómica que para sí quisieran muchas zonas turísticas de España. De hecho, sorprende a quienes no conocen la zona la acumulación de lugares de calidad sorprendentes en los que alojarse y dormir. Lugares que han conseguido crear una marca de calidad y que atrae a visitantes de todo el mundo.

LA TORRE DEL VISCO

Entre todos esos alojamientos únicos, hoy fijamos nuestro objetivo en La Torre del Visco. Un hotel Relais & Châteaux situado en un antiguo mas renacentista en Fuentespalda. Una masía con una torre de 1449,que conserva el encanto de antes, aunque con todas las comodidades que cualquier viajero quieren encontrar. El hotel, situado en medio de la naturaleza, es un remanso de paz ya que se alza en medio de una finca de 89 hectáreas delimitada por el río Tastavins y por el macizo montañoso de los Puertos de Beceite.

El entorno ayuda a desconectar / La Torre del Visco

En La Torre del Visco todo está pensado para desconectar del mundo exterior y volver a conectar con uno mismo, ya que La Torre es un lugar para dormir bien, para pasear entre montañas, recuperar el sentido del tiempo, disfrutar de los sonidos del agua y de la naturaleza, y por supuesto, para comer bien. Porque el restaurante del hotel, El Visco, está galardonado con la Estrella Verde Michelín por su compromiso a favor de la gastronomía sostenible. Y eso sin duda, es un punto a sumar.

La historia de La Torre del Visco no se entiende sin conocer la historia de  Jemma Markham y Piers Dutton, dos soñadores que se adelantaron a su época y hicieron realidad un sueño cuando, trabajando en una editorial en Madrid en los años 90, encontraron esta masía abandonada en mitad de la nada. Así comenzó la historia de este hotel que hoy atrae a visitantes (que no turistas) de medio mundo. El sueño se fue haciendo realidad cuidando cada detalle, cada pieza de mobiliario, cada elemento arquitectónico recuperado. Solo con ese mismo se puede explicar el hotel que conocemos hoy en día.

La Torre del Visco está hecha para vivir el presente y olvidarse del estrés y de la vida del exterior. De ahí que no haya televisores en las habitaciones, y que apenas haya cobertura. Una auténtica suerte en este mundo hiperconectado en el que nos ha tocado vivir, y que evita distracciones para que podamos disfrutar sin interrupciones de espacios como la espectacular y confortable biblioteca. Sentarse en un sillón a leer escuchando el chisporrotear de la chimenea es un pequeño placer que hacen que la vida tenga sentido.

En el exterior, nos esperan terrazas desde las que se vislumbran el valle del río Tastavins y los bancales del huerto ecológico que surte al restaurante a cuyo frente está el chef Rubén Catalán, y que han recuperado productos autóctonos. En las cercanías también se cultivan las olivas con las que se produce el aceite utilizado en el hotel. Piscina, jardines, rosales, un estanque… las opciones para disfrutar del silencio y de la naturaleza son múltiples en este enclave del Matarraña.