La costa de O Barbanza se presenta como un paisaje dominado por un inmenso desierto de arena blanca y fina. En este rincón del Parque Natural Gallego, no hay duda de que la gran duna móvil con vistas al Atlántico se ha convertido en un imán para los turistas, atrayendo a visitantes de toda Galicia. Este espacio natural ofrece una variedad de ecosistemas que incluyen playas, lagunas litorales, restos megalíticos y flora autóctona, con bosques de pinares y robles en el horizonte cercano.

Es importante señalar que el extenso desierto de arena muestra notables diferencias en diversas áreas. Cerca de Corrubedo, encontramos las playas de Ladeira y As dunas, con arena fina y corrientes más tranquilas. Más allá de la desembocadura de la laguna do Carregal, se extienden las playas de O Castro, Vilar y Anquieira, caracterizadas por arena más gruesa y corrientes marinas más enérgicas.

Además de su belleza, las dunas de Corrubedo albergan una vegetación única y escasa, con muchas especies endémicas del noroeste de la península, algunas en peligro de extinción. El parque natural cuenta con más de 240 tipos de plantas adaptadas a la aridez de la arena, como el cardo marino y la ammofila. Los humedales albergan juncos, carrizos y ranúnculos, entre otros géneros destacados.

En cuanto a la fauna, aproximadamente el 70% de las especies de anfibios y reptiles de Galicia se encuentran en las dunas de Corrubedo. Además, más de 3.000 aves de 35 especies diferentes, como nutrias, zarapitos, garzas reales y cisnes, han encontrado su hábitat perfecto en este entorno.

Las dunas de Corrubedo, en la costa sur de Galicia, forman un tesoro natural de gran valor paisajístico y biológico. Su origen se remonta al período cuaternario, hace unos 12.000 a 15.000 años, cuando desaparecieron mamuts y mastodontes y operaron los humanos anatómicamente modernos.

A lo largo de los años, estas dunas han perdido arena y altura debido a factores como la extracción de arena y el aumento de visitantes. A principios del siglo XIX, alcanzaban los 60 metros de altura, pero hoy son tres veces más bajos. Para proteger este entorno, se han habilitado senderos y pasarelas de madera, permitiendo a los visitantes explorar de manera cómoda y respetuosa. Tres rutas señalizadas, como el Camino del Viento, el Camino del Mar y el Camino del Agua, ofrecen acceso a la belleza natural y la historia de la zona, mientras que miradores como Pedra de Rá y Castrocidá brindan vistas panorámicas de este tesoro natural en las Rías Baixas.