Frente a la ola de aperturas de franquicias y bares y restaurantes de diseño, en el callejero zaragozano todavía perviven un buen puñado de los bares de siempre como Casa Paricio o La Bodega del General; tabernas de toda la vida que han visto pasar entre sus muros nuestra historia más reciente y que dan personalidad a nuestras calles, porque tan solo se encuentran aquí.

Uno de estos bares con sabor e historia a partes iguales es el Bar Bonanza, un bar situado en céntrica calle del Refugio y que ha visto pasar por su barra a varias generaciones de zaragozanos. No en vano, este bar del Casco Histórico de Zaragoza fue clave durante la Transición española, siendo punto de reunión de gentes de la cultura aragonesa, siendo lugar habitual de tertulias de pintores, músicos…

Al frente del Bonanza han estado ya tres generaciones de la misma familia. Fue fundado por Manolo García junto a su mujer Marisa a principios de los años 70, tras los que llegaron Manolo García, hijo, y Marta, nieta de los fundadores.

Tras la apertura del bar, muy pronto se convirtió en un centro cultural de cuyas paredes se exhibieron las obras de decenas de artistas. Una costumbre que todavía se mantiene, con exposiciones temporales que van dando vida al local.

Al pasar por la calle, el bar pasa bastante desapercibido por su pequeña fachada y su minúsculo cartel. En el interior, nos espera un ambiente retro que nos traslada varias décadas atrás, con obras del propio Manolo García, fotos eróticas o el icónico caballito de tiovivo.

Las tortillas al gusto son uno de los clásicos del Bonanza / Susana López

Respecto a la cocina, hay propuestas de siempre. De esas que gusta comer de vez en cuando y que nos devuelven a la España de hace unas cuántas décadas. En su carta, hay raciones de jamón, queso, chorizo y salchichón que reciben el nombre de plato de verdura, en un claro ejercicio de la más fina ironía y socarronería aragonesa.

En el Bonanza también pueden pedirse raciones de morcilla, longaniza, vinagrillos y banderillas, una ensaladas de tomate con olivas, escabeche y boquerones…

Pero sin duda, la estrella de la carta son los bocadillos de tortilla al gusto, de morcilla, de longaniza, escabeche, queso, jamón, con ajetes… Bocadillos abundantes y con el pan bien untado de tomate. Y todo ello, acompañado de un «macetero», un vaso grande en el que se sirve la cerveza que se ha convertido en el santo y seña del lugar.