Zaragoza alberga entre sus calles un sinfín de pinchos dignos de degustación. Sin embargo, hay uno que destaca sobre el resto por su singularidad y arraigo: el Guardia Civil. Este montado, compuesto por sardina rancia, pepinillo, pimiento y tomate, se ha convertido en un estandarte de la oferta culinaria en los bares zaragozanos.

La autoría de esta innovadora creación recae en Vicente Mañas Sánchez, fundador de El Lince, un bar de renombre situado en la plaza de Santa Marta, cerca de la emblemática basílica de El Pilar.

EL LINCE, DONDE SE CREÓ EL GUARDIA CIVIL

Desde su apertura hace medio siglo, El Lince ha sido un punto de encuentro para una clientela que busca disfrutar del ambiente auténtico de los bares tradicionales, cada vez más escasos en las urbes modernas.

Aunque hoy en día todos reconocen al Guardia Civil por el montado ideado por Mañas, en la carta del Lince se le conoce como montadito de sardina rancia, ‘el famoso lince‘, haciendo honor a su lugar de origen.

La denominación «Guardia Civil» proviene de la sardina en salazón, un alimento humilde que se distribuía por toda España y que, según la leyenda, adoptó este nombre debido a un ribete amarillo en el cuello de las sardinas más curadas, reminiscente al uniforme de la Guardia Civil.

UN GUARDIA CIVIL: ¿CON MULTA O SIN MULTA?

La receta del Guardia Civil ha permanecido inalterada a lo largo de los años, manteniendo un meticuloso proceso de limpieza y maceración de las sardinas en aceite de oliva. Estas sardinas, cada vez más difíciles de encontrar, provienen de Isla Cristina (Huelva), donde la Unión Salazonera Isleña (USISA) las elabora siguiendo métodos tradicionales.

En El Lince se ofrecen dos versiones del Guardia Civil: normal y picante (o con multa), esta última con la sardina macerada en aceite de oliva con chile ojo de pájaro, aportando un toque picante y sabroso.