Alfonso III de Aragón, conocido como el Liberal, o el Franco, nació en Valencia en 1265, y fue el hijo primogénito de Pedro III el Grande, y de Constanza, hija del rey de Sicilia, Manfredo. Ya antes de gobernar ,el joven Alfonso estuvo muy vinculado al gobierno de los territorios que después heredaría.

Desde la llegada al trono en 1276 de su padre, Pedro III, estuvo muy ligado a la política real. Y además de conquistar Menorca y ser un importante actor político en la Europa de la época, el monarca aragonés aparece en la Divina Comedia de Dante.

Concretamente, en la Divina Comedia aparece el espíritu de Alfonso sentado a las puertas del purgatorio junto con otros monarcas, por ser los responsable del caos en el que vivía la Europa del siglo XIII.

ACTIVO POLÍTICAMENTE ANTES DE SER CORONADO

El príncipe Alfonso fue reconocido como heredero al trono en 1280, y desde muy joven fue un activo colaborador de su padre. Por ejemplo, actuó en nombre del rey durante la rebelión de una parte de la nobleza catalana, desempeñando un papel clave.

Tras la toma de Balaguer, lugar donde los nobles levantiscos se habían refugiado, estos fueron puestos por su padre bajo custodia, siendo trasladados al castillo de Lérida.

Ese papel en la política aragonesa antes de ser rey se acrecentó en 1282, cuando tuvo que gobernar los reinos de su padre tras la marcha de Pedro III para conquistar Sicilia. Después, se hizo cargo del gobierno de Sicilia. Y en 1285 participó en la defensa de los condados catalanes ante el ataque del rey francés Felipe III, a causa del conflicto de intereses entre ambas monarquías en Sicilia. El aragonés venció al francés ese mismo año en la batalla del Collado de las Panizas.

En el ámbito mediterráneo, por encargo de su padre, conquistó las islas de Ibiza y Mallorca a su tío Jaime II de Mallorca. Gracias a esa acción, el reino de Mallorca fue un territorio tributario de la monarquía aragonesa.

Precisamente, el príncipe Alfonso estaba en Mallorca frente a una expedición que tenía como objetivo castigar a su tío por la ayuda que había prestado al rey francés Felipe III cuando intentó invadir Cataluña en el verano de 1285.

El monarca fue coronado en la Seo de Zaragoza / HA

Al llegar a la Península, y tras pasar por Valencia, se dirigió a Zaragoza para ser coronado en la Seo de Zaragoza el 9 de abril de 1286. Tras ser coronado, el ya rey Alfonso III convocó a las tropas en Salou para partir a conquistar Menorca.

Abû’Umar, el almojarife de esta isla vasalla del rey de Aragón desde que 1231 Jaime I conquistó Mallorca, fue acusado de aliarse con Túnez, con el rey de Francia, y de apoyar a varias plazas del norte de África, además de ser refugio de piratas. Tras llegar a Mahón en enero de 1287, las tropas de Alfonso III desembarcaron y obligaron a los musulmanes a refugiarse en Santa Águeda, donde pidieron la rendición.

EL PRIVILEGIO DE LA UNIÓN

Ante su intensa actividad en el Mediterráneo, los nobles aragoneses se veían desplazados y agraviados, produciéndose distintos enfrentamientos entre el rey y la nobleza. Las altas esferas aragonesas llegaron a amenazar al rey con darle el trono a Carlos de Valois, al que el Papa había otorgado la corona de los reinos de su padre, Pedro III.

Para intentar suavizar la situación y mejorar las relaciones con los nobles, el rey Alfonso concedió el Privilegio General de la Unión, garantizando así el equilibrio entre monarquía y nobleza. En caso de que el monarca incumpliera el Privilegio, los nobles aragoneses podían negar la obediencia y elegir otro soberano.

En 1289, en las cortes celebradas en Monzón, el rey pudo reforzar su poder ante la nobleza gracias al apoyo de los estamentos catalanes y valencianos al refrendar el Privilegio General que confirmaba y ampliaba los fueros, usos y costumbres, disolviendo así la Unión de 1287.

En 1291, y una vez que quedó claro que Carlos II no podía tomar Sicilia, se firmó el Tratado de Tarascón. Mediante ese tratado, Alfonso III devolvió la normalidad religiosa e institucional al reino, ya que se revocaron las condiciones impuestas por el papado, levantando incluso la excomunión al rey de Aragón. En el tratado también se reconocieron los derechos del monarca sobre Mallorca, mientras que el rey aragonés renunciaba a los derechos al trono siciliano.

Durante su reinado también intentó controlar varias plazas en el norte de África, y firmó un tratado comercial con Andrónico II, emperador bizantino, para que los mercaderes de los territorios gobernados por Alfonso III comerciaran el Imperio Bizantino.

Alfonso III falleció un 18 de junio de 1291 en Barcelona sin descendencia, por lo que subió al trono su hermano Jaime II. La causa de no tener hijos es que nunca llegó a consumar su matrimonio con su prometida Leonor, hija de Eduardo I de Inglaterra.

El monarca se comprometió en 1282 con esta infanta inglesa, pero tras la excomunión de su padre, Pedro III; los ingleses dilataron el viaje a Aragón Finalmente, el matrimonio se celebró por poderes en 1290 en la abadía de Westminster, aunque no llegó a consumarse. Antes de que la infanta y futura reina de Aragón saliera de Londres, Alfonso III murió a causa de un infarto en 1291 a los 27 años.

Tras su muerte, el rey fue sepultado en el Convento de San Francisco junto a otros miembros de la familia real aragonesa. Tras la demolición del convento en 1835, los restos del monarca fueron trasladados a la catedral de Barcelona.