En el corazón del antiguo Reino de Aragón, Jaca se erige no solo como un testigo privilegiado de la historia aragonesa, sino también como un eslabón crucial en el desarrollo del arte románico en la Península Ibérica.

La Catedral de San Pedro de Jaca destaca como una de las joyas más significativas de este estilo artístico, caracterizada por su rica decoración y elementos arquitectónicos únicos que han trascendido a lo largo de los siglos.

Desde su fundación en 1077, bajo el reinado de Sancho Ramírez, Jaca fue dotada de una identidad particular como sede diocesana, otorgándole el privilegio de albergar una catedral. Este hecho no solo marcó el inicio de un periodo de esplendor para la ciudad sino que también la situó como un punto neurálgico en las rutas del Camino de Santiago, favoreciendo su desarrollo como centro comercial y espiritual.

La construcción de la Catedral de San Pedro se inscribe en un contexto de fervor religioso y prosperidad, siendo inicialmente edificada sobre un monasterio preexistente. A lo largo de los años, el templo experimentó diversas fases de construcción y remodelación, reflejando los cambios estéticos y funcionales de su época. La intervención de Alfonso I, el Batallador, marcó una etapa significativa en su evolución, culminando en 1139 con la bendición papal de Inocencio III.

El siglo XV fue testigo de la preocupación de la comunidad jacetana por el deterioro de su catedral, lo que impulsó una serie de mejoras estructurales y estéticas. Este período de renovación trajo consigo la adición de nuevas capillas, la construcción de la sillería coral, y un fortalecimiento de la devoción a Santa Orosia.

El Renacimiento trajo consigo un nuevo auge para Jaca, reflejado en la transformación de su catedral a través de la construcción de bóvedas, capillas laterales, y la erección de la torre, entre otras modificaciones. Estos cambios no solo evidenciaron la riqueza comercial de la ciudad sino que también marcaron el inicio de una nueva era en la historia arquitectónica del templo.

A pesar de las transformaciones a lo largo de los siglos, la Catedral de San Pedro conserva su esencia románica, destacando por su planta basilical y los tres ábsides originales de los cuales solo se conserva el meridional. Es en este ábside donde se puede admirar el emblemático ajedrezado jaqués, un distintivo decorativo que se extendió posteriormente a otras construcciones religiosas de la península.

La importancia de la Catedral de San Pedro trasciende su valor arquitectónico, representando un símbolo de la identidad cultural y espiritual de Jaca y del Reino de Aragón. El crismón de su puerta principal no solo embellece su entrada sino que simboliza la transición del mundo terrenal al espiritual, subrayando el papel de la catedral como puente entre lo humano y lo divino.

Jaca y su catedral permanecen como guardianes de un legado que se mantiene vivo en la memoria colectiva, invitando a explorar las raíces del arte románico y la historia del Reino de Aragón. Su rica herencia cultural sigue fascinando a historiadores, artistas y peregrinos, convirtiéndola en un destino imprescindible para aquellos interesados en descubrir los tesoros del pasado.

*Existe la posibilidad de realizar visitas guiadas a Jaca Medieval los sábados a las 11:00 para visitar la Catedral, la colección románica del Museo Diocesano, el Sarcófago Doña Sancha, la Torre del Reloj y el Ayuntamiento. La duración del tour es de 2.30 horas. Las inscripciones se tienen que realizar en el Museo Diocesano, tfno. 974 36 21 85 –  974 35 63 78.