El Palacio de la Aljafería no solo se erige como uno de los máximos exponentes del arte hispanomusulmán, compartiendo el podio con la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba, sino que también ostenta el título del palacio islámico situado más al norte de Europa. Su construcción data de la época de las Taifas, siendo el más lujoso y mejor conservado de este periodo histórico.

LA HISTORIA Y LAS JOYAS DE LA ALJAFERÍA

Conocido como el «Palacio de la Alegría», fue originalmente edificado como una quinta de recreo por los reyes de Taifas, ubicado entre huertas y acequias, fuera de los límites de la ciudad musulmana. Su riqueza histórica y arquitectónica ha trascendido a través de los siglos, llegando a ser escenario de la ópera «Il Trovatore» de Giuseppe Verdi, específicamente en la Torre del Trovador, la sección más antigua del complejo.

A lo largo de su existencia, la Aljafería ha albergado tres palacios principales: el Palacio taifal de Al-Muqtadir, el Palacio de Pedro IV y el Palacio de los Reyes Católicos. Además, sus muros han servido como Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, marcando una etapa oscura en su historia. Aun así, su Arte Mudéjar fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001, destacando su valor universal excepcional.

El palacio ha desempeñado múltiples funciones: desde alcázar islámico hudí y palacio medieval mudéjar hasta fortaleza en el siglo XVI, cárcel durante la Inquisición y cuartel militar. Hoy día, la Aljafería se ha transformado en la sede de las Cortes de Aragón, simbolizando la convivencia de su rica historia con la función política contemporánea.

Dentro de sus muros se esconden secretos como el «Mirhab», un oratorio privado del rey musulmán y su corte, construido en el siglo XI y orientado hacia La Meca. Este espacio sagrado, al que se accede a través de una puerta con arco de herradura inspirado en la Mézquita de Córdoba, refleja la profunda espiritualidad que impregnaba la vida en el palacio.

Otra de sus joyas es el Salón de Mármoles o Salón Dorado, considerado la estancia principal del Palacio. Este salón, que destila opulencia y refinamiento, es testimonio de la grandeza y el esplendor de la época en que fue construido.

El Palacio de la Aljafería no solo es un monumento arquitectónico de inestimable valor, sino también un puente entre el pasado y el presente, invitando a explorar las capas de historia que han configurado la identidad de Aragón y de España.

Su conservación y uso actual como sede parlamentaria demuestran el compromiso con la preservación del patrimonio cultural, permitiendo que futuras generaciones puedan admirar y estudiar este magnífico testimonio de la riqueza histórica y artística de la península ibérica.