La riqueza lingüística de España refleja la interacción de diversas culturas a lo largo de los siglos, desde los íberos y celtas hasta los romanos y árabes. Esta diversidad se refleja también en la toponimia, es decir, en los nombres de las regiones y ciudades del país.

Conocer el origen etimológico de estos nombres nos permite entender mejor la historia y el legado de nuestros antepasados.

La etimología, derivada de las raíces griegas y latinas que significan «verdadero» y «estudio», respectivamente, nos ofrece un fascinante viaje a través del significado original de las palabras, su evolución y adaptación a lo largo del tiempo.

Esta disciplina nos permite desentrañar el verdadero significado de los nombres de las Comunidades Autónomas y capitales de provincia, especialmente cuando provienen de lenguas antiguas o extranjeras como el latín y el griego.

Aunque el origen de algunos nombres sigue siendo un misterio, la etimología nos ofrece pistas sobre su significado más profundo. Por ejemplo, el origen del nombre «Aragón» se remonta al pueblo celta, cuyas raíces lingüísticas ara-, ar- y aar- se relacionan con cursos de agua.

Es probable que el término «Aragón» provenga de la voz celta «arga«, que se refería a un río. En este caso, el río Aragón, que atraviesa la región y que en latín se conoció como Aragus flumen.

Los celtíberos, antiguos habitantes de la península ibérica, dejaron su huella en la región de Aragón, así como en otros lugares de España.

Estos pueblos, que ocuparon vastas áreas antes de la llegada de los cartagineses y los romanos, influyeron en la toponimia de la región, dando lugar a nombres como Aragón y otros relacionados con cursos de agua, como el río Ara.

La etimología nos ofrece una fascinante ventana al pasado, permitiéndonos comprender mejor la rica historia y la diversidad cultural de España a través del significado de sus nombres geográficos. Y de ahí el nombre de Aragón y su milenaria vinculación con el agua… y los ríos que riegan la comunidad milenaria.