Fue en el siglo XI, con buena parte de la Península Ibérica dominada por los árabes, y unos incipientes territorios cristianos en las zonas del norte, cuando Aragón tuvo su primer rey. Fue Ramiro I, y bajo su reinado, además de nacer Aragón como entidad política independiente, comenzó la historia de la casa real de Aragón.

La figura de Ramiro surge tras el testamento de Sancho III de Pamplona, de quien hereda en 1035 el Condado de Aragón, conformado por los valles que circundaban el río Aragón. Ramiro era hijo primogénito, y extramatrimonial, del monarca pamplonés y de una mujer llamada Sancha, por lo que no pudo aspirar a la sucesión directa del rey de Pamplona.

Aún así, el monarca le aseguró su futuro al permitirle heredar el condado de Aragón, seguramente, porque la relación del rey pamplonés con Sancha era fruto de una alianza con una facción nobiliaria. Sea como fuera, Ramiro I heredó el condado de Aragón, conformado por los valles de Ansó, Echo, Canfranc, Tena, la cuenca media del Gállego, las depresiones interiores de las sierras del Prepirineo y el norte de las Cinco Villas, además de otros territorios en torno a Sangüesa.

Años después, Ramiro I también se hizo en 1043 con el control de los condados de Sobrarbe y Ribagorza al fallecer su hermano Gonzalo. Desde ese momento, Ramiro comienza a ejercer como rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.

UN REINO EN EXPANSIÓN

El primer monarca aragonés necesitaba asentarse y establecer nuevas alianzas en un momento político complicado, con los musulmanes al sur, y rodeado de territorios cristianos en plena expansión. Por eso, contrajo matrimonio con una hija del conde Bernardo Roger de Foix, Ermensinda. Con este casamiento comenzó una alianza con el condado de Foix que se prolongaría durante varios siglos. Otra de las alianzas que tejió fue celebrar el matrimonio de su hijo primogénito, Sancho Ramírez, con una hija del conde de Urgel, Armengol III. Además, para potenciar esa alianza y frenar las ansias expansionistas del Conde de Barcelona, Ramón Berenguer I, casó a su hija Sancha con el conde de Urgell.

Durante su reinado, además de consolidar el incipiente reino y tejer su red de alianzas, Ramiro I instituyó un «obispo de Aragón», con sede en San Adrián de Sasabe, además de establecer en Jaca una residencia regia, primer paso para que su hijo, Sancho Ramírez, la potenciara definitivamente al otorgarle sus históricos fueros para atraer población y convertirla en un importante núcleo comercial como parte del Camino de Santiago que descendía desde la frontera del Somport recorriendo el valle del río Aragón.

El primer monarca aragonés fue enterrado en San Juan de la Peña / HA

En sus intentos por consolidar y expandir el reino, Ramiro I se centró en la conquista de la Baja Ribagorza, todavía bajo dominio islámico. Con aliados como el conde de Urgell, el monarca aragonés conquistó pueblos y castillos como Lasguarres, Lascuarre, Falces, Viacamp y Benabarre. También intentó tomar la fortaleza de Graus, un enclave de vital importancia para controlar la Ribagorza.

Pero en la batalla contra las tropas de rey de la taifa de Saraqusta, Al-Muqtadir, y de los aliados de este (como el infante Sancho II de Castilla), Ramiro I murió un 8 de mayo de 1063. El que fue primer monarca aragonés fue enterrado en el Monasterio de San Juan de la Peña, un cenobio que se convertiría en una pieza vital para la familia real aragonesa al convertirse en Panteón Real.