Un río Gállego más potente que nunca, con un caudal que superaba los 55 hectómetros por segundo, ha puesto las cosas difíciles al descenso de la nabatas que salieron hoy desde Murillo de Gállego. No se ha visto a ninguna de esas «piedras lloronas», aquellas que se ven muy poco cuando hay un gran caudal y que también pueden suponer un peligro para los nabateros si no las ven a tiempo. Sin embargo, la destreza y experiencia de los nabateros ha hecho que las dos embarcaciones llegaran a su destino incluso superando alguna que otra dificultad.

El descenso del Gállego cumplía hoy su XX aniversario, una tradición que Murillo de Gállego ha vuelto a revivir con un pequeño, pero salvado contratiempo. Se trata de uno de los momentos más complicados y emocionantes cuando se ha soltado un madero de una de las nabatas. Sin embargo, con agilidad y destreza, los nabateros han podido rearmarlo y poder continuar su trayecto.

El descenso de hoy es el primero de los tres de este año, al que seguirán el del río Aragón Subordán (valle de Hecho) el 5 de mayo y el del río Cinca (entre Laspuña y Aínsa) el 19 de mayo.

El evento empieza a las 11.00 horas en la playa del Molino de Murillo de Gállego, con dos nabatas que navegarán hasta el puente de hierro de Santa Eulalia de Gállego, recorriendo un tramo de 7,5 kilómetros. La Asociación de Nabateros de La Galliguera ha organizado este evento, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

La historia de las Nabatas se remonta a siglos atrás, cuando las vías fluviales eran las arterias principales para el comercio y transporte de mercancías. En Aragón, la madera era un recurso preciado y su transporte desde los bosques hasta los centros urbanos era vital para la construcción y fabricación de diversos productos. Para ello, se idearon métodos ingeniosos, y uno de los más notables fue el uso de las nabatas.

Estas embarcaciones, construidas con troncos de árboles atados entre sí, se convirtieron en la herramienta preferida para navegar por los ríos y transportar grandes cargamentos de madera. Los nabateros, hábiles navegantes y constructores de nabatas, dominaban el arte de la navegación fluvial y eran una parte indispensable de la industria maderera en la región.

UN TRABAJO ARTESANAL QUE SE REPITE CADA AÑO

El trabajo de construcción de los cinco trampos de las dos nabatas que descenderán hoy por el río Gállego ya ha finalizado. Además, se ha preparado un ropero para cada una, es decir, un palo vertical para que la ropa no se moje.

Las primeras actuaciones de fabricación de las nabatas consisten en alinear los 12 maderos que forman cada trampo, colocar los troncos traveseros de caxico en las dos puntas y con la sarga. Al remallar los berdugos, se van haciendo los nudos que unen cada madero con el travesero y con el siguiente madero.

Es un proceso de fuerza y habilidad que se realiza en los dos extremos de los maderos para que queden asegurados y sean flexibles para resistir las incidencias de la bajada, han indicado desde la organización de este tradicional evento.

Mientras unos nabateros atan los maderos, el resto retuerce y abre la fibra de las sargas cortadas en la mengua de febrero. Las ramas más gruesas hacen de acopladeras, usándose para unir un trampo de nabata con otro.

Completados los trampos, es el momento de colocar las remeras, dos ramas verticales sobre las que se situarán dos remos en la parte delantera y dos en la trasera. Por último, este sábado se han aguado las nabatas, que consiste en echar los trampos al agua y unirlos, finalizar la colocación de los remos y comprobar su buena flotabilidad.

EL RESURGIMIENTO DE UNA TRADICIÓN

El reconocimiento oficial de las Nabatas como un Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Aragón en 2013 marcó un hito importante en la historia de esta tradición. Y posteriormente, su inclusión en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en 2022 fue un logro que destacó la importancia cultural y histórica de las Nabatas a nivel internacional.

Desde entonces, las asociaciones de nabateros de los diferentes valles llevan a cabo sus descensos desde finales de abril a mediados de mayo, realizando un espectáculo fascinante para ver cómo estos hábiles constructores transforman simples troncos en estas curiosas embarcaciones. Ataviados con trajes tradicionales y armados con remos, los nabateros se lanzan valientemente a las aguas turbulentas, reviviendo una vez más la antigua tradición de sus antepasados.