La cuarta ronda del estudio de seroprevalencia del Ministerio de Sanidad (Enecovid) ha detectado que un 2,8 % de los infectados en las oleadas anteriores ha perdido o reducido su nivel de anticuerpos IgG, de forma que ahora no son detectados por los test rápidos.


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La cifra es la diferencia entre la seroprevalencia actual, que sólo recoge los positivos IgG de los últimos quince días de noviembre, y la que acumulan los infectados en los cuatro periodos del la macroencuesta, según ha explicado en la rueda de prensa de presentación la directora del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, Marina Pollán.

Globalmente, en la segunda quincena de noviembre un 7,1 % de la población residente en nuestro país presenta anticuerpos IgG, siendo este porcentaje ligeramente superior en mujeres, aunque la diferencia con los hombres no es significativa (7,5 % versus 6,7 %).

Este estimador representa el porcentaje de población española no institucionalizada que, de acuerdo a los datos obtenidos con el test rápido, ha tenido contacto con SARS-CoV-2 desde el inicio de la pandemia.

Y de esa diferencia se desprende que un 2,8 % por ciento de personas han perdido por el camino o reducido sus anticuerpos, si bien habrá que esperar aún algunas semanas para tener los datos consolidados resultantes de las pruebas de laboratorio.


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Porque, según ha recordado Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III responsable del estudio, «los test rápidos tienen una precisión menor que los de laboratorio; por eso se desaconseja su uso para diagnóstico. Son útiles para hacer estadísticas, pero no para tomar decisiones a nivel individual», ha destacado.

Ninguno permite determinar si una persona tiene o no una infección activa, sino solo «si en un momento dado se ha pasado una infección«: «Ninguna persona debería tomar decisiones con este tipo de test para evitar la propagación del virus», ha advertido Yotti.