El Casco Histórico de Zaragoza está lleno de pequeños tesoros que aguantan el paso de los años frente a la llegada de franquicias y nuevos negocios, dando sabor a las calles de la ciudad. Tiendas centenarias como La Alicantina, la pastelería Fantoba, La Parisien… Tiendas que dan personalidad a Zaragoza y que habría que conservar a toda costa.

Entre esos negocios centenarios también hay un nombre que a buen seguro es bien conocido entre los amantes de las cosas de antes: Antigüedades Maturén. Un negocio que tiene 103 años y que en estos momentos está gestionado por la cuarta generación, con David Maturén y Bárbara Malatesta al frente.

Más de 100 años de historia

Un rincón de Maturén Antigüedades / HA

«Quien inauguró la saga fue mi bisabuela. Abrió en 1920 una tienda dedicada a la almoneda en otra ubicación diferente. Después llegaron mi abuelo, que ya era anticuario, y después mi padre», explica David Maturén a este periódico.

La línea de negocio ha ido evolucionando. Mientras que su bisabuela abrió la primera tienda de antigüedades de Aragón dedicándose a la compra y venta de todo tipo de enseres que había en las casas, su abuelo se especializó en objetos más antiguos.

Y a su vez, el padre de David montó también tienda, y para no hacer competencia al que era su padre, se especializó en joyas antiguas y pequeños objetos. Al local de la calle Santa Isabel 14 llegaron en 1980, por lo que llevan allí 44 años. Antes, habían pasado por las calles Peromarta, Boggiero y Contamina.

«Mi padre comenzó a comprar más mueble, más cuadro grande. Y cuando entré yo, me centré más en la pintura antigua, porque mi padre apenas tocaba ese tipo de pintura. Aunque nos hemos dedicado a lo mismo desde hace cuatro generaciones, hemos intentando no pisarnos al anterior, si uno se dedicaba a una cosa, otro se dedicaba a otro, siempre dentro del sector».

La mayor parte de las piezas a la venta en Maturén tienen más de 200 años / HA

La pasión de David Maturén por las antigüedades le viene desde niño. El autobús del colegio le dejaba en la calle Alfonso I, cuando aún se podía circular por vehículos por ella. Y nada más bajar del autobús, David se iba directamente a la tienda para estar entre antigüedades y jugar con los objetos que encontraba en los cajones de su padre».

Con esa pasión por el mundo de las antigüedades, no es de extrañar que David se metiera de lleno en el negocio antes de llegar a la adolescencia. «Con 13 años fuimos a una feria de antigüedades en Francia: Era el año 1986, y mi padre me dio 25.000 pesetas de entonces, 150 euros de hoy. Al dármelas, me dijo: toma, haz lo que quieras, te compras una antigüedad por ese precio, por la mitad… Me acuerdo que compré unos grabados ingleses de unos perros, preciosos, que me costaron 25.000 pesetas. Volví a Zaragoza, y los vendí. Entonces, mi padre me dijo que decidiera si quería quedarme el beneficio, o reinvertirlo… Así que con el dinero de la venta me compré un pastel de una señora en una bañera, y también lo vendí. Y gracias a ese dinero, he conseguido estar en este negocio».

QUÉ PODEMOS ENCONTRAR EN MATURÉN

El local que Maturén tiene en la calle Santa Isabel cuenta con 250 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y en los que podemos encontrar artes decorativas, muebles y pintura que venden a todo tipo de público, pero sobre todo, a coleccionistas y a anticuarios de toda España. Además, por Maturén también pasan clientes que buscan un objeto o un mueble para una decoración concreta.

Frente a otros anticuarios, en Maturén se dedican a objetos que tienen más de 200 años. Dentro de la selección, también hay piezas que tienen menos de 200 años, aunque es porque tienen algo especial que ha atrapado a David y Bárbara.

Por ejemplo, en el momento de hacer este artículo, pudimos ver una preciosa colcha de Filipinas que tiene unos 130 años. Esta colcha es especial porque recuerda a los mantones de Manila, y es algo inusual. Por el gran tamaño que tiene, por la escasez (ya que apenas había personas que pudieran permitirse una colcha de estas características), y por la confección en seda dorada y repleta de delicados bordados hechos a mano que representan flores, pájaros o mariposas. Además, esta colcha perteneció a la familia del escultor Antonio Palao.

Pero si hay algo en lo que Maturén esta especializado es en joyas antiguas y en pintura del siglo XVIII, sobre todo, pintura española y aragonesa. En la planta sótano de la tienda hay un espacio que es como un pequeño museo en el que hay obras de Bayeu, José Camarón, Lucas Giordano, José del Castillo.

Esa especialización por la pintura del XVIII se explica porque David Maturén es licenciado en Conservación y Restauración de Pintura Antigua a través de las universidades italianas de Padua y Mantua. Y en la actualidad es un reputado restaurador. De hecho, es uno de los grandes expertos de Goya de nuestra Comunidad al ser referencia para museos y profesionales, habiendo restaurado obras del pintor aragonés.

Esta copa antiveneno es una de las curiosidades de Maturén / HA

Al margen de las joyas antiguas y de los cuadros del XVIII, en Maturén tienen objetos que son auténticas maravillas ideales para ser instaladas en un gabinete de curiosidades. Como ejemplo, un bezoar, una copa antiveneno utilizada por personas que pensaban que podían ser asesinadas siendo envenenadas. Esta copa de plata gótica ricamente decorada tiene en su interior un cálculo que se forma en el estómago de algunos animales que se decía que neutralizaba el veneno.

En la exposición de la planta calle también podemos ver, acompañado de unos preciosas litografías de aves coloreadas a mano firmadas por ilustradores de los siglos XVIII y XIX como Jacques Barraband y Edwar Lear, un espectacular armario italiano del siglo XVII que conserva tanto la policromía como la cerradura y la llave.

Este armario era utilizado para aparentar una riqueza que no se tenía, ya que en lugar de ser de caoba, era de madera de pino y nogal. Y la madera está policromada para aparentar que es mármol, convirtiéndose en un trampantojo de lo más especial.

Maturén Zaragoza
David y Bárbara, junto a un armario italiano policromado del siglo XVII / Maturén

Esa pieza, con los herrajes y las cerraduras, funciona a la perfección 400 años después. Y esa es una de las claves del negocio para David. » Las antigüedades están hechas para durar, cualquier armario de los que ves sigue funcionando varios siglos después de haber sido fabricados. Y además, esos muebles, esos objetos, tienen una historia y permiten personalizar nuestras casas aportando algo de valor y un punto de diferenciación».

En este sentido, David explica que «puedes tener una mesa o una consola de Ikea, y le pones encima una antigüedad, y el ambiente cambia por completo. Además, la mayor parte de las antigüedades son únicas, y eso hace que tu casa sea única. Por mucho que alguien quiera comprar algo similar, por mucho dinero que tenga, en ocasiones es imposible».