Sin duda, la Puerta del Sol más famosa es la de Madrid. En ese punto, epicentro de la capital, se celebran cada 31 de diciembre las campanadas de fin de año desde la Real Casa de Correos, además de estar marcado el kilómetro cero desde donde parten también las seis carreteras radiales que unen la capital con el País Vasco, Aragón y Cataluña, Valencia, Andalucía, Extremadura y Galicia.

Pero esa Puerta del Sol, pese a ser la más famosa, no es la única que hay en España. Zaragoza también tuvo su particular puerta del Sol. Esta puerta se abría en la vieja muralla romana y comunicaba el interior de la ciudad con las Tenerías, una zona que entonces era extramuros.

Concretamente, la puerta estaba en la zona sudeste de la muralla, en la actual glorieta de la Puerta del Sol, donde confluyen el Coso con Echegaray y Caballero y el Puente de Hierro.

UNA PUERTA USADA POR LOS AGUADORES

Realmente, la puerta del Sol de Zaragoza era una de las puertas menos monumentales de Zaragoza. Frente a la grandiosidad de la Puerta de Toledo, de la de Valencia, o frente a la monumentalidad del principal acceso a la ciudad, la Puerta del Ángel, la Puerta del Sol era de dimensiones mucho más reducidas.

Ilustración de la Puerta del Sol de Antonio Callaved

La puerta fue construida en el siglo XIV, y era conocida popularmente como La Portaza. El nombre provenía de la decoración en releve de un sol labrado en piedra negra de Calatorao, que además, dicen que servía de reloj. La puerta era utilizada sobre todo por los aguadores que bajaban hasta el río Ebro, y se cerraba por la noche y hasta el amanecer, tal y como sucedía con casi todas las puertas, con la excepción de la Puerta del Ángel y la de Santa Engracia, donde se dejaban abiertos algunos postigos vigilados.

En las representaciones más antiguas de esta puerta, el acceso aparece como un simple arco de medio punto abierto en la muralla y que se cerraba con dos puertas de madera. La puerta fue reconstruida en el año 1745, con ladrillo y sillares de piedra, y con decoración barroca. De esta época data el sol de piedra negra de Calatorao pintado en oro.

Durante los Sitios de Zaragoza sufrió grandes daños, al igual que el resto de puertas, y tantos y tantos edificios de la capital aragonesa. Las crónicas de la época señalan que quedaron numerosos impactos de los proyectiles franceses en su estructura. Pese a esos daños, la puerta resistió, y no fue tomada por los franceses hasta que la ciudad capituló ante las tropas franceses.

La puerta estuvo en pie hasta que fue derribada en 1868 a causa de las protestas de los vecinos por los fuertes impuestos que se cobraban. A raíz de ese malestar, la puerta fue derribada. Como recuerdo de la puerta, además del nombre de la glorieta situada junto al Puente de Hierro, solo nos queda el medallón con el sol que la decoraba, y que se guarda en el Museo de Zaragoza, además de un mural pintado por el ayuntamiento de Zaragoza para recordar su existencia, y que está en la línea de otros murales como el de la Puerta del Duque de la Victoria, el de la Torre Nueva, o el de la puerta de Valencia.