Los trabajadores autónomos, en líneas generales, tienen la obligación de realizar la declaración de impuestos y cumplir con sus obligaciones tributarias, ya sea de forma mensual o anual. Estos pagos son esenciales para el funcionamiento de las instituciones nacionales y se aplican tanto a trabajadores independientes como a autónomos. Recientemente, el gobierno ha introducido un nuevo impuesto que entrará en vigor a partir del año 2024.

Este nuevo impuesto, que afecta a todos los autónomos, fue establecido mediante el Decreto-ley 13/2022, publicado el 27 de julio, con el objetivo de simplificar el sistema de contribuciones. Reemplace las tarifas fijas que se aplicaban anteriormente por una estructura basada en los ingresos reales de los contribuyentes. Esta transformación ha generado opiniones divididas entre los afectados, aunque la mayoría de los autónomos se muestran satisfechos con este cambio.

Hasta la reforma, el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) solo se aplicaba a quienes no superaban los ingresos mínimos anuales de 1.000 euros. Sin embargo, a partir de ahora, todos los trabajadores por cuenta propia que se hayan registrado durante el año en curso deberán presentar este impuesto, independientemente de sus ingresos anuales.

A partir del próximo año, aproximadamente 200,000 contribuyentes estarán obligados a realizar la declaración de impuestos, un requisito que antes no se les imponía y que en su mayoría no afectaba a autónomos con ingresos mínimos.

Este nuevo sistema de cotización, que se basa en los ingresos reales declarados por el trabajador, ha generado controversia, pero en general, ha recibido el respaldo de la mayoría de los autónomos. Por primera vez, dejarán de pagar una cuota fija a la Seguridad Social y, en su lugar, abonarán una cantidad calculada en función de sus ingresos reales. En este proceso, los contribuyentes deberán presentar una declaración responsable de sus ingresos cada tres meses, que servirá para calcular la cuota más adecuada a su situación financiera.