El cambio climático ha dejado de ser una predicción lejana para convertirse en una realidad innegable con consecuencias cada vez más tangibles. El calentamiento global y el aumento de las temperaturas están transformando drásticamente nuestro clima, generando eventos extremos como incendios forestales devastadores, sequías prolongadas y un derretimiento acelerado de los casquetes polares.

La mayor parte del agua en la Tierra es salada y se encuentra en los océanos, pero el agua dulce, crucial para la vida tal como la conocemos, constituye solo el 2,5% del total. Gran parte de esta agua dulce está almacenada en forma de hielo en los glaciares y casquetes polares, así como en ríos, lagos y acuíferos subterráneos.

Sin embargo, la pérdida de hielo en los polos, particularmente en la Antártida y el Ártico, está aumentando rápidamente debido al cambio climático. Esta disminución en la extensión de hielo no solo contribuye al aumento del nivel del mar, sino que también desencadena una serie de impactos ambientales y socioeconómicos significativos.

Los expertos llevan años advirtiendo sobre las graves consecuencias del cambio climático, describiéndolo como un fenómeno «irreversible» e «imparable». En 2023, se registró el año más cálido de la historia, y las temperaturas anormales continuaron en la segunda mitad de enero y el inicio de febrero de 2024. Estos eventos extremos son solo una muestra de los cambios que están teniendo lugar en todo el mundo.

El Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas advierte que el nivel del mar seguirá aumentando de forma inevitable en los próximos años, lo que amenaza a numerosas ciudades, islas y países costeros. España, con su extensa línea costera y ciudades históricas situadas cerca del mar, está particularmente en riesgo.

Según el informe del IPCC, se espera que aproximadamente 8.000 kilómetros de costa española desaparezcan en los próximos sesenta años debido al aumento del nivel del mar. Esto podría significar la pérdida de playas icónicas, pueblos costeros enteros y ecosistemas delicados como la Albufera de Valencia y el Parque Natural de Doñana.

Algunas áreas, como Santa Cruz de Tenerife, Cádiz y Barcelona, experimentarán un crecimiento notable en el nivel del mar, lo que aumentará el riesgo de inundaciones y erosión costera. El Prat de Llobregat, un importante centro urbano y económico cerca de Barcelona, también está en peligro de ser engullido por el mar.