El caldo de pollo, un remedio casero tradicional para combatir resfriados y gripes, es más que una simple tradición culinaria. Según Colby Teeman, nutricionista que contribuyó en The Conversation, este plato podría tener fundamentos científicos sólidos que justifican su uso desde tiempos antiguos.

La sopa de pollo, cuyo uso se remonta al año 60 d.C. con el cirujano militar Pedanius Dioscórides y se origina en la antigua China, ha sido un remedio universal durante generaciones. Sin embargo, ha sido más un tratamiento empírico que un método basado en evidencia científica.

La investigación moderna ha comenzado a revelar los posibles beneficios reales de la sopa de pollo. Uno de los aspectos más interesantes es el sabor umami de la sopa, que se encuentra en los alimentos ricos en aminoácidos como el glutamato. Este sabor, además de ser agradable, puede estimular el apetito, algo crucial para personas que sufren de enfermedades respiratorias y pierden las ganas de comer.

La sopa de pollo podría ayudar a mejorar la digestión de nutrientes y reducir los síntomas gastrointestinales comunes en resfriados y gripes. La reducción de la inflamación y la inhibición de la migración de glóbulos blancos a los tejidos inflamados son otros de sus posibles efectos beneficiosos.

Para aprovechar al máximo los beneficios de la sopa de pollo, Teeman recomienda una preparación casera que incluya:

  • Pollo: Fuente de proteínas completa para combatir infecciones.
  • Verduras: Proporcionan vitaminas, minerales y antioxidantes.
  • Fideos: Carbohidratos de fácil digestión para energía.
  • Especias como pimienta y ajo: Ayudan a diluir y eliminar mucosidades.

Además, el calor de la sopa puede ser un aliado al aumentar la temperatura de las vías respiratorias, ayudando a reducir la mucosidad. Esto se ve potenciado cuando se incluyen especias en la receta.