Permanecer sentado podría no solo afectar la salud física, sino también ser un factor clave en el deterioro mental, según un estudio de la Universidad del Sur de California. Analizando a más de 50,000 personas mayores de 60 años, los científicos encontraron que estar sentados más de diez horas al día aumentaba el riesgo de demencia en un 8%, y ese riesgo se elevaba al 63% para aquellos que pasaban al menos doce horas en la silla.

Incluso el ejercicio no parecía contrarrestar este efecto. David Raichlen, profesor de ciencias biológicas y antropología, señaló que interrumpir el tiempo sentado cada treinta minutos no estaba asociado con un menor riesgo de demencia.

El estudio sugiere que el flujo sanguíneo cerebral y los hábitos alimenticios durante el tiempo sedentario podrían estar contribuyendo a estos riesgos.

Raichlen destaca la importancia de reducir el sedentarismo y fomentar el movimiento como medida preventiva.

Además, critica el impacto negativo de las sillas, compartiendo la perspectiva del paleontólogo Juan Luis Arsuaga, quien las considera «el peor invento de la humanidad», abogando por el «descanso activo» practicado por tribus como los hadza en Tanzania, conocidos por su salud cardiovascular envidiable.

El mensaje es claro: para preservar la salud cerebral y física, es crucial limitar el tiempo en la silla y adoptar un estilo de vida más activo.