Eran las siete de la mañana del pasado viernes cuando el 091 recibía la llamada de un vecino del Oliver. Les contaba que había una casa en llamas que ardía con una persona dentro.

En ese momento, este vecino llegó a doblar los hierros de una de las ventanas que daban a un patio trasero para que el hombre que estaba en el interior de la finca. «El fuego y el humo se adueñaban de todo. Se oían como petardos fuertes, pequeñas explosiones. Si no le ayudo no habría salido», dice este vecino.

Aarón estaba dormido; había entrado en la finca, propiedad de una entidad bancaria, apenas unas horas antes, cuenta Antonio Salguero, su hermano mayor. «Apenas tenía cosas dentro; pensaba en buscar un hogar para su familia. Está sin trabajo y pasando un mal momento», cuenta Antonio, que no justifica el acto ilegal que su hermano cometió al okupar esta vivienda.

Al final Aarón trepó por una tapia y consiguió salir de la finca en llamas. «Mi hermano me contó que se cayó de la cama y se despertó. Que había mucho humo y fuego hasta en el techo y que no tenía apenas fuerzas. Me dijo que pensaba que acababa todo, que iba a morir», relata Antonio.

Todo se decidió en segundos y Aarón fue trasladado al Hospital Miguel Servet con quemaduras de segundo grado y algunos cortes en la mano. Antonio explica que su mujer e hijos no estaban en la casa pero que la intención era irse a vivir con su hermano. «No esta bien lo que hace pero no tiene mucha opción», dice Antonio.

UN INCENDIO ¿PROVOCADO O FORTUITO?

Aarón había puesto una pequeña estufa antes de acostarse en un colchón para entrar en calor. La apagó y se fue a la cama, no recuerda nada más. Los bomberos sofocaron el fuego y ahora toca investigar las causas. Si fue la estufa, algún otro problema o fue intencionado y provocado por alguien.

Aarón se ha ido a vivir a casa de su hermano, todavía con el susto en el cuerpo y con la sensación de tener una segunda oportunidad en la vida que quiere aprovechar. La asociación de vecinos Centenario Oliver conocía a esta familia, incluso explica que habían okupado otro piso en el barrio pero que cuando su dueño les dijo que debían irse, recogieron sus cosas y, sin causar el más mínimo problema, se marcharon. «No está bien lo que hacen pero es cierto que nunca han dado ningún tipo de problema», asegura Lorenzo Barderas, vicepresidente de la asociación.