Víctor Salvo no paraba hoy de atender a clientes que le preguntaban por lo sucedido, y a periodistas que se interesaban por su historia. Lo cierto es que el pasado fin de semana no tuvo unn buen día.

«Fue duro, muy duro, pero lo intento llevar con humor después de todo», explica. El sábado, como cada semana, cerraban el mercado de Gran Vía, en la calle Félix Latasa, donde está su carnicería familiar, heredada de sus padres. Ese día nadie sospechaba que tras el cierre una persona se había escondido e iba a salir de su escondrijo.

«Se metió en algún momento en un altillo cuando y cuando cerramos descendió los tres metros altura por una trampilla y una vez en el suelo cogió una llave que dejo en un lugar determinado, entró y se llevó la máquina registradora y la caja de seguridad», relata Salvo.

Lo cuenta Salvo algo mosqueado ya que da por hecho que el ladrón sabía cosas de su negocio que solo unos pocos saben. «Pienso que algo más se sacará«, sentencia este carnicero zaragozano.

El hombre, con una careta y una radial, entró y tapó las cámaras de seguridad antes de robar. Una hora después pasaba algo que después tendría mucha relevancia para la resolución de este caso. Un hombre, de 43 años, era detenido por la Policía Local de Zaragoza por saltarse un semáforo en rojo en la calle Juslibol.

En ese momento, al verle nervioso, los agentes de la Policía Local le ordenaron abrir el vehículo y descubrieron una radial, una careta, ropa y otros utensilios, además de la caja fuerte, una caja registradora… Todo coincidía. Y así lo hizo ver a los investigadores Víctor, que revisó una y otra vez las imágenes de sus cámaras de seguridad hasta vincular los hechos.

«ES EL HOMBRE QUE BUSCAMOS»

La Policía Local no sabía con que vinvular al hombre que habían detenido, hasta que Víctor puso la denuncia y sacó a relucir sus dotes detectivescas. «Era él. Se lo enseñé a los agentes, todas las cosas que llevaba en el robo, y coincidían con lo que se habían encontrado en el coche del hombre de la calle Juslibol», relata Salvo.

La labor de Víctor, colaborando con la policía de manera desinteresada y con tanto afán ha logrado ayudar a resolver un caso en apenas 24 horas, conclusiones a las que sin duda los investigadores de la Policía Nacional habrían llegado, pero que con la ayuda de este carnicero, esas dudas se han logrado despejar mucho antes.

 «Me pedía el cuerpo hacer algo; es mi negocio, el de mi familia, y no me podía quedar con los brazos cruzados», explica Víctor, que estos días se ha convertido en el hombre más buscando por la prensa y que sigue tomándose esta historia con cierto humor.