«Compré la finca con mi marido, en paz descanse, hace mucho tiempo. La hemos disfrutado con mis hijos pero ahora nunca pensé que iba a suceder esto«, explica Autora a HOY ARAGÓN.

No solo ella y su marido compraron terrenos en una zona en una zona denominada Los arenales. También lo hicieron otras familias. Son 57 metros cuadrados de superficie total construida con un amplio terreno además que se convirtió en el paraíso para el marido de Aurora, que quería un lugar en un pueblo fuera de Zaragoza para poder disfrutar de la naturaleza y el aire libre.

«Un huerto, la naturaleza… A Luis le encantaba estar allí», recuerda Aurora. Por desgracia, Luis falleció hace ya casi 20 años y ahora los actuales inquilinos han pedido al ayuntamiento de Osera la urbanización de la zona para no tener que coger el agua de un pozo y tener una cobertura de agua y luz como cualquier vivienda urbana.

El problema es que la finca de Aurora y Luis es la más grande, y hay una serie de pagos que afrontar para dicha urbanización que se miden en función de los metros que tienes. «Hubo una reunión con el ayuntamiento y nos dijeron lo que había que pagar. Ahora no hay marcha atrás y a mi me piden un dinero que no tengo», se lamenta Aurora.

Ha llegado a ofrecer su finca, un espacio que desde que murió su marido apenas visita, al consistorio para que la gestionen ellos pero le han dicho que no es posible y debe abonar lo que cuesta urbanizar su parcela. «El tema es que como no tengo dinero para pagar debo hacer frente al pago con mi piso de Zaragoza, un humilde piso en el barrio del Oliver», cuenta esta octogenaria zaragozana.

Y si empeña su piso en el pago a plazos y durante meses de los cerca de 100.000 euros a los que tiene que hacer frente se podría quedar en la calle. «A mis años, cuando tengo que pensar en descansar y disfrutar de lo que me queda, me veo con este problema que no me deja vivir tranquila», insiste Aurora.

BUSCAR UNA SOLUCIÓN PARA NO QUEDARSE SIN NADA

Aurora y sus hijos han acudido a un abogado zaragozano, Marco Antonio Navarro, para ganar tiempo y sobre todo evitar el desahucio de su casa para poder tener un final de vida digno que es lo único que pide esta octogenaria.

«Hemos vivido momentos muy bonitos en Osera, pero ahora ese sueño se ha convertido en una pesadilla», dice Aurora, que con ayuda legal espera superar porque, insiste, solo quiere vivir sus últimos años de vida tranquila y poder seguir haciéndolo en su piso de El Oliver.