No ha pasado ni un mes desde que la Guardia Civil destapase la trama de una organización vendía retiros espirituales «alejados del mundanal ruido» para aprovecharse económicamente de sus víctimas y acabar humillándolas. De los tres investigados entonces solo uno, el jefe supremo de la secta EVOL está en prisión.

HOY ARAGÓN ha tenido acceso a parte de la información del caso en el que las víctimas que denunciaron las malas artes de esta organización explican con detalle como acabaron inmersas en un juego de chantajes y explotación.

C.S.R., de 34 años, llegó hasta Escatrón animada por una amiga que iba a hacer un curso que le parecía «muy interesante» y que iba a estar en la localidad aragonesa cerca de nueve meses. Esta amiga le convenció para que le acompañase y acabó contactando telefónicamente con S.M.S., una de las investigadas y presuntas promotoras de la secta EVOL.

«Yo no quería estar nueve meses; en principio iba a ir un fin de semana para probar, y si me gustaba me quedaría», relata esta denunciante. La mujer desconocía más datos sobre la comunidad e iba simplemente a realizar un taller de dos días.

Al final tuvo un primer contacto el pasado mes de enero y a mediados de febrero decidió quedarse una temporada. Un mes después quiso abandonar el grupo haciéndolo definitivamente días después, casi a finales del mes de marzo.

«El líder, I.P.O., nos hablaba de un nuevo mundo, lo que él llamaba una nueva conciencia», recuerda esta mujer. «Era el canal mediante el cual el resto de integrantes podíamos aprender a vivir en lo que él definía como el nuevo mundo», explica. Añade que esta persona dictaba las leyes dentro de la comunidad y era inflexible con ellas.

«Llevaba un control indirecto de todos, es decir, nos decía que estaban mal cosas normales que queríamos hacer porque iba en contra de todos los miembros de la comunidad. Que si lo hacíamos íbamos a perjudicar a todos«, asegura la presunta víctima de esta secta.

Nadie, dice esta mujer, te obligada a quedarte si decías que querías abandonar la comunidad pero existía lo que el líder denominaba «el abandono». «Cuando contactabas con alguien del exterior llevabas a la comunidad al estado de abandono. Todos entran en un círculo de estrés, angustia y ansiedad del que solo el líder puede liberarles», dice.

El líder crea, como dice esta testigo y denunciante, un entorno de culpa y se ofrece como la parte del «amor» que siempre puede recuperar a personas o almas descarriadas. «Para eso aumenta la tensión y es cuando levanta la voz, hace comentarios fuera de tono, insultos vejaciones y hasta se les tiraba piedras. Todo lo hacía delante del resto de la comunidad para humillarles», asegura esta presunta víctima.

UNA «TELARAÑA» DE DEPENDENCIA EMOCIONAL

Esta ex miembro de esta secta destructiva asegura que primero pasó una fase de dependencia y enamoramiento del líder. «A los días acabé teniendo una dependencia total de él que me incapacitaba para tomar decisiones por mí misma«, se sincera.

Las personas que dudaban eran sometidas a trabajos como el de ayudar en la cocina a la madre del líder, también integrante de la comunidad o cuidar del hijo de éste, de apenas cinco años de edad.

Reconoce esta presunta víctima que nunca tuvo miedo de ser agredida físicamente pero si que lo tuvo respecto a otras compañeras a las que el líder, dice, tenía «especial aversión». «Una vez presencié como empujaba de forma violenta a una compañera al interior de una habitación», relata esta mujer.

La mujer también contó que tenía constancia de que el líder había estado con otra mujer de la comunidad antes de estar con su actual pareja, también miembro de la secta. «Aunque una vez nos contó que quería hacer el amor con todas para que supiésemos lo que era hacer el amor desde la paz«, recuerda. el líder de esta secta, defendido por la abogada Rocío Notivoli, sigue en prisión a la espera de juicio.