Adolfo Gómez acudía por tercera vez desde la localidad navarra de Tulebras, a una hora de la capital aragonesa, al aeropuerto de Zaragoza con su mujer y sus dos hijos. «Ya es la tercera vez que hacemos este viaje y espero que sea la última», explica a HOY ARAGÓN.

Hace más de dos semanas que llevan intentando coger el vuelo de Wizzair con destino a Rumania. «Unja tía de mi mujer está muy enferma y ella quería estar a su lado durante estos difíciles días», relata. A la tensión por la enfermedad de este familiar tuvieron que añadir la que les produjo, según explican, esta compañía aérea con las continuas cancelaciones de vuelo.

«Llegas allí y esperas hasta que de pronto te dicen que no vuelas, sin darte ninguna explicación, y tienes que volverte por donde has venido», dice Adolfo. Así hasta en dos ocasiones y temían que ayer fuese la tercera.

El jueves pasado medio centenar de pasajeros se plantaban exigiendo ver a algún representante de la compañía al no recibir ninguna explicación de la cancelación. «Lo peor no es que cancelen el vuelo sino que no te digan absolutamente nada y no sepas a donde acudir», insiste Gómez.

Muchos de los pasajeros que llegaron a coger el vuelo a Zaragoza desde distintos puntos de la geografía española. «Había gente de Alicante, Navarra, que habían cogido el vuelo y venían de viaje con tiempo para embarcar. Hay quienes lo hacían por segunda vez en apenas una semana por una anterior cancelación», relata otra pasajera que tras dos intentos por fin consiguió volar hace 24 horas.

«Preguntamos a responsables de AENA y a la Guardia Civil del aeropuerto pero nadie nos daba soluciones. Solo queríamos hablar con alguien de la compañía para entender lo que estaba pasando», matiza Adolfo.

Otra de las pasajeras explicaba que había familias con niños y gente mayor que tuvo que esperar para nada, ya que no consiguieron embarcar y tuvieron que volverse a casa entrada ya la noche.

UNA ODISEA QUE TERMINÓ UN MES DESPUÉS

El viaje a Rumanía se hacía imposible para muchos de estos viajeros. En el caso de Adolfo, llegó incluso a pensar en interponer una denuncia a la compañía por las demoras y la escasa información recibida.

Este martes tenían una nueva cita en el aeropuerto zaragozano y allí acudió con su familia dispuesto a plantarse si volvía a suceder algo inesperado. «Llegamos y ya avisaban de la posibilidad de que hubiese ‘overbooking’; no nos lo podíamos creer», explicaba con desesperación.

Por un overbooking o sobreventa, el pasajero puede reclamar una indemnización de 250 a 600€ a la aerolínea debido al overbooking. Además, de esa indemnización, también se puede reclamar por la sobreventa del vuelo junto con los gastos y daños y perjuicios ocasionados.

Tras unas tensas horas de espera recordaban lo que les había sucedido en días anteriores y se preparaban para lo peor. «Al final, poco a poco, empezaron  a embarcar y mi mujer e hijos consiguieron por fin ocupar sus asientos en el avión», dice Adolfo.

Una odisea para algunos vacacional, para otros como la familia de Adolfo, para ver a un familiar enfermo, que terminó mucho más tarde de lo esperado, con un extra de dinero invertido y con los nervios a flor de piel.

Circunstancias que podrían haberse evitado, dicen los afectados, si la compañía hubiese dado al menos información de las cancelaciones a sus clientes. «Habíamos pagado por el servicio: nadie se merece lo que pasamos», replica una pasajera que finalmente también pudo volar.