Llegó el mes por excelencia en el que la ciudad se vacía gracias al éxodo masivo de esos afortunados veraneantes que llenaron sus maletas con ilusión y emprendieron sus viajes. Qué bonito todo, pero… ¿Qué será de nosotros ahora, pobres y desdichados infelices que debemos subsistir todo un mes a base de congelados y precocinados?