Este pasaje sin nombre, conocido localmente como «el callejón», desafía a cualquiera que se atreva a atravesarlo con sus estrechos 41 centímetros de ancho en su parte más angosta.

Ubicado en el corazón de un pintoresco pueblo medieval, cerca de la iglesia de San Esteban, este callejón único despierta la curiosidad de los visitantes, quienes se ven obligados a desplazarse de lado para poder pasar.

Según el Libro Guinness de los Récords, solo es superado por una calle en la ciudad alemana de Reutlingen, con apenas 31 centímetros de ancho. El pueblo en cuestión es Urriés, un municipio aragonés de solo 38 habitantes.

La historia detrás de este pasaje estrecho es tan fascinante como la calle misma. En algún momento, tuvo que ser clausurada debido a preocupaciones sanitarias, pero gracias a mejoras en las condiciones higiénicas, fue reabierta en 1955, convirtiéndose en un hito para Urriés y su comunidad.

Pero Urriés no es solo su calle estrecha; el pueblo ofrece otros encantos que atraen a los visitantes, como las fachadas de casas palaciegas renacentistas, una ermita cercana, varias iglesias históricas, la Torre de Urriés del siglo XIV y la misteriosa piedra de Sansón, que alguna vez fue el contrapeso de una antigua prensa romana.

A pesar de su tamaño diminuto, Urriés está estratégicamente ubicado cerca de importantes ciudades como Pamplona, Jaca y Zaragoza, lo que lo convierte en una parada interesante para los viajeros que buscan explorar la riqueza cultural y arquitectónica de la región. Además, su accesibilidad desde Madrid en coche o tren lo convierte en una opción atractiva para una escapada de fin de semana.

Urriés y su calle estrecha son un recordatorio encantador de cómo los detalles más pequeños y las historias locales pueden cautivar la imaginación de las personas, fomentando el turismo y la apreciación cultural en comunidades aparentemente modestas pero llenas de encanto.