La milenaria historia de Aragón ha creado una riqueza patrimonial y cultural única, con artistas y obras de arte de múltiples disciplinas que son el mejor reflejo del pasado de un reino que nació entre las cumbres pirenaicas, que se extendió hacia el sur y que tras crear la Corona de Aragón se convirtió en uno de los estados más poderosos de Europa.

Lamentablemente, en la actualidad no podemos disfrutar de todo ese patrimonio. Bien sea por culpa de las guerras y del paso del tiempo, o por la desidia de los gobernantes y por la falta de conciencia colectiva sobre la conservación del patrimonio, muchas de esas obras de arte desaparecieron víctimas de la piqueta, o vendidas a coleccionistas e instituciones culturales de medio mundo.

Fue en el contexto de la creación de los grandes museos y de las colecciones particulares en el siglo XIX y principios del XX cuando marchantes y anticuarios recorrieron Aragón para encontrar y llevarse objetos de valor que luego se venderían a grandes coleccionistas y a museos de medio mundo, ante la pasividad de las instituciones y el desinterés de buena parte de la población.

En estos momentos se calcula que más 8.000 bienes culturales aragoneses están depositados en museos y colecciones de todo el mundo. La mayor parte de estas piezas están en instituciones españolas, en lugares como el museo del Prado, el Arqueológico Nacional, el Lázaro Galdiano o el Nacional de Arte de Cataluña. Pero también hay cientos de obra de arte dispersas por otros países.

Solo en Estados Unidos hay piezas aragonesas en 40 museos de 25 estados, en centros como el Metropolitan Museum de Nueva York, el Fine Arts de Boston o el Philadelphia Museum of Art. También hay patrimonio aragonés en colecciones y museos de Francia, Reino Unido, Alemania, Canadá, Rusia, Cuba, Chequia, Hungría, México o Argentina.

Gran parte de ese patrimonio emigrado fue comprado de forma legal en un momento en el que no existían leyes de protección como las que tenemos en la actualidad. Y de ahí la imposibilidad de recuperar esas joyas, que tienen un gran valor histórico y artístico para Aragón.

VIDAL MAYOR

El Vidal Mayor es una de las joyas del patrimonio bibliográfico aragonés

Sin duda, la pieza de mayor interés histórico para Aragón que podemos encontrar en el exterior es el Vidal Mayor. Esta compilación de los Fueros se realizó por orden de Jaime I El Conquistador, siendo elaborada en 1247 por el obispo de Huesca, doctor en leyes y consejero real Vidal de Canellas, y su valor es incalculable. El documento, clave para la historia del Aragón medieval, fue escrito en lengua aragonesa, tiene 156 hermosas miniaturas, y recopilaba los fueros aragoneses para unificarlos y sustituir así a los fueros anteriores, basados en el Fuero de Jaca.

Este manuscrito se creyó perdido durante muchos años, hasta que el hispanista sueco Gunnar Tilander, catedrático de la Universidad de Estocolmo, lo descubrió en los años 30. Antes, a finales del siglo XIX, perteneció al jurista zaragozano Luis Franco y López, barón de Kora. Sus herederos la vendieron a un comerciante británico, que la llevó a la casa de subastas Sotheby’s en 1958.

Cuatro años más tarde el Vidal Mayor reapareció en Aquisgrán, y en 1983, casi al mismo tiempo que se aprobaba el Estatuto de Autonomía de Aragón, lo compró la Fundación Pau Getty, quien lo guarda como un tesoro en su sede en Malibú.  

LIBRO CON EL CEREMONIAL DE LA CORONACIÓN DE LOS REYES Y REINAS DE ARAGÓN

El Ceremonial de la coronación de los reyes y reinas de Aragón forma parte de los fondos de un museo madrileño / Museo Lázaro Galdiano

Otro libro que quizás nunca debió salir de Aragón, y que debería formar parte como una de las obras estrellas de un museo que nunca ha existido sobre la historia del Reino de Aragón, es el Ceremonial de la consagración y coronación de los reyes y reinas de Aragón.

El Ceremonial fue escrito por orden de Pedro IV el Ceremonioso, con el fin de fijar por escrito las normas de protocolo que debían regir en una de las grandes celebraciones del Reino, la unción y coronación de los reyes y reinas de Aragón, en la Seo de Zaragoza recogiendo el rito y la iconografía que se usaban como instrumentos políticos.

Este libro está escrito en letra gótica libraria aragonesa de transición, y cuenta con orlas floreadas con motivos vegetales y las armas de Aragón, con las barras y cruces de San Jorge y del Sobrarbe. El libro cuenta con escenas de la coronación de los monarcas, y tiene una preciosa encuadernación mudéjar.

Esta importante obra forma parte de los depósitos del Museo Lázaro Galdiano de Madrid, siendo uno de los manuscritos más valiosos de su excepcional biblioteca. Este libro es la más antigua y lujosa copia conservada de la versión aragonesa. Hay autores que aseguran que estaba destinada a ser guardada en el palacio de la Aljafería.

Este códice formó parte en la exposición de Objetos de arte españoles y portugueses celebrada en Londres en 1881, y en la Exposición Histórica Europea de Madrid de 1892-93, cedido por su entonces propietario, Manuel Lorbés de Aragón. Se sabe que en 1936 ya era propiedad de Lázaro Galdiano, quien lo incorporó a los fondos de su biblioteca, convirtiéndose en una de las joyas de la corona del museo madrileño que alberga su colección de arte.

PORTADA DE ROMÁNICA DE SAN MIGUEL DE UNCASTILLO

Portada de San Miguel de Uncastillo / Museo de Bellas Artes de Boston

Otra de las joyas del arte aragonés en el exterior es la portada románica de la iglesia de San Miguel de Uncastillo. Esta obra, un de las portadas románicas más destacadas no solo de las Cinco Villas, sino de todo Aragón, fue vendida en 1915. La iglesia, cerrada al culto, estaba siendo utilizada como almacén por el el ayuntamiento de Uncastillo. Y su propietario, el Obispado de Jaca, decidió venderla a dos vecinos del pueblo.

La portada, también fue vendida. El comprador fue el anticuario barcelonés Salvador Barbra. Posteriormente, el anticuario la vendió en 1928 en Marsella por 42.782 dólares a Francis Bartlett, quien la donó inmediatamente al Museo de Bellas de Artes, donde se expone desde 1930. La portada, junto a esculturas y capiteles que había en el interior del templo, salieron rumbo a Boston desde el Puerto de Tarragona.

La portada, de una gran belleza escultórica, tiene cinco metros de alto por cuatro de ancho, y en su tímpano representa a San Miguel combatiendo con un demonio. En las arquivoltas hay representadas más de sesenta figuras esculpidas, desde músicos a guerreros o saltimbanquis.