Ubicado en el emblemático palacio episcopal, el museo de arte sacro de la diócesis de Teruel y de Albarracín es una joya arquitectónica que data de finales del siglo XVI. Esta construcción destaca por su diseño austero, con una fachada notable articulada mediante un vano central flanqueado por columnas, rematado por un frontón triangular.

El interior del palacio se organiza alrededor de un patio central, desde donde se accede a dos claustros. El claustro inferior permite el ingreso al museo, al jardín del palacio y a varias salas administrativas del obispado. Una imponente escalera conduce al claustro superior y a las áreas más distinguidas del palacio, incluyendo las antiguas habitaciones privadas del obispo, los salones de recepción y el salón del trono.

Un elemento distintivo del recinto es el patio central, que tras una reforma, ahora se ve coronado por una bóveda de cristal que facilita la realización de exposiciones temporales, conciertos y eventos culturales.

A lo largo de los años, el edificio ha sido objeto de varias restauraciones que han respetado su estructura original. Una de las intervenciones más notables fue en la fachada, donde se reorganizaron los vanos y se modificó el balcón central sobre la entrada principal, enmarcándolo con pináculos y un frontón circular partido de estilo manierista.

Esta alteración, buscando otorgarle mayor distinción, reemplazó en cierta medida el encanto histórico del edificio por una elegancia algo forzada. También se renovaron las cubiertas, reemplazando una galería de arcos de yeso por una de ladrillo, siguiendo el enfoque de restauración historicista común en la posguerra.

Estas modificaciones, aunque han cambiado aspectos del edificio, no han mermado su valor como pieza clave del patrimonio arquitectónico de Teruel, sirviendo como un venerable hogar para el arte sacro de la diócesis.

EXALTACIÓN DE LA VIRGEN: LA ÚLTIMA PINTURA

El Museo Diocesano de Teruel ha celebrado este viernes la incorporación de una valiosa pieza a su colección: una pintura titulada «Exaltación de la Virgen», atribuida al destacado pintor flamenco Michel Sittow, conocido por su trabajo en la corte de los Reyes Católicos a finales del siglo XV.

Esta obra de arte, que proviene de la donación realizada por la orden de las Carmelitas Descalzas tras el cierre de su convento en Teruel en 2020, se ha convertido en el centro de atención tanto por su belleza como por la historia que la rodea.

La pintura, que ha sido sometida a un meticuloso proceso de restauración de tres meses, es un ejemplo sobresaliente del colorismo y las veladuras características del estilo flamenco, así como del detallado tratamiento de los ricos ropajes.

LA HISTORIA MISTERIOSA DE LA EXALTACIÓN DE LA VIRGEN

La historia de cómo esta obra llegó a las Carmelitas Descalzas es todavía un misterio. Hernando sugiere que probablemente fue donada por alguna familia o novicia como parte de su dote al unirse a la comunidad monástica. Este trasfondo añade un elemento de intriga y valor histórico a la pieza.

El único registro documental de la pintura data de 1942, cuando una monja anotó en la parte trasera de la tabla que se trataba de «una obra muy valiosa«, tasándola en 200.000 pesetas de la época. Hoy, el valor de la obra supera con creces el del convento que la albergó.