La villa de Biescas está situada a la entrada del valle de Tena, a poca distancia de las estaciones de esquí de Formigal y Panticosa, o de localidades y parajes de indudable valor turístico como Sallent de Gállego, Lanuza o el valle de Ordesa, se ha posicionado como uno de los principales destinos turísticos del Pirineo Aragonés.

Con apenas 2.000 habitantes, esta localidad está situada en lo que era un antiguo valle glaciar. Está bañada por el río Gállego, y además de su oferta patrimonial y natural, tiene una intensa actividad cultural durante todo el año.

QUÉ VER EN BIESCAS

La villa que da entrada al Valle de Tena está dividida en dos por el río Gállego, creando dos barrios: el de San Salvador, y el de San Pedro. Ambos barrios están presididos por sendos templos. El de San Salvador, es templo de origen románico de entre los siglos XIII y XIV. Por su parte, la iglesia de San Pedro, un templo del siglo XIX que fue reconstruido tras la Guerra Civil.

Por lo que respecta al patrimonio civil de Biescas, destaca la Torraza de los Acín, una vivienda del siglo XVI, que ha sido reconvertida en Centro de Interpretación sobre la historia local, y el fuerte de Santa Elena, otro de los puntos de interés de la localidad, que se levantó en el siglo XVI, pero fue objeto de ampliaciones durante el siglo XVIII. Fue destruido en parte en tiempos de la ocupación francesa, a principios del siglo XIX.

El Ayuntamiento de Biescas, centro de la villa / Ayto. de Biescas

La plaza Mayor, junto con el Ayuntamiento son el centro neurálgico de la villa, además de uno de los rincones más fotografiados por los visitantes gracias a su aspecto montañés. En el casco urbano hay un buen número de edificios que destacan por su arquitectura típica pirinaica, con sus chimeneas troncocónicas, y los espantabrujas, además de varias portadas de estilo francés, muy típicas en el valle de Tena en el siglo XIX.

Entre todos los edificios, destaca una casa nobiliaria del siglo XVI, la Casa Acín, en la que se ubica el Museo de la Torraza. Esta casa-fuerte fue construida en 1580 por un vecino de Biescas, el infanzón Juan de Acín, como símbolo de su posición económica y social. Tampoco hay que perderse Casa Pepe Estaún, una vivienda palaciega con una fachada con ventanales, góticos y clasicistas que son una auténtica joya.

La ermita de Santa Elena es un enclave lleno de misterio en el valle de Tena / Ayto. de Biescas

Fuera del núcleo urbano, no hay que dejar de visitar uno de los lugares más mágicos de todo el valle: la ermita de Santa Elena. La ermita se levanta allí donde la tradición señala que la emperatriz Santa Elena se ocultó de los infieles. Al esconderse, el acceso quedó oculto por una gran tela de araña, y tras abandonar su escondite, de allí brotó de forma milagrosa la fuente, La Gloriosa, cuyas aguas se precipitan en forma de cascada desde la explanada del templo.

En los alrededores del congosto también se pueden ver el puente del Diablo, los dólmenes de Santa Elena y Santa Engracia, o los búnkeres de la Línea P de Biescas. También hay que visitar el fuerte de Santa Elena, una fortificación creada por Felipe I de Aragón, II de Castilla, para defender la zona de los ataques franceses.

En los alrededores de Biescas también podemos ver los restos del Monasterio de San Pelay, un monasterio que se encuentra en las inmediaciones de Gavín redescubierto en los años 90, y que data del siglo XI, y las rutas del Serrablo. Si tienes peques, también puedes ir a visitar el parque faunístico de Lacuniacha situado en Tramacastilla de Tena, o las viñas más altas de la Península Ibérica, en Bodegas Bal Minuta.

DÓNDE COMER EN BIESCAS

La oferta gastronómica de Biescas es amplia / Tiki

La villa de Biescas tiene una amplia oferta gastronómica para disfrutar durante nuestra estancia. Entre las direcciones imprescindibles, destaca El Montañés (calle Escudial, 1), un restaurante de cocina actual con productos locales e internacionales, el Tiki Bar (Calle Mayor, 19,) un lugar de cocina tradicional con toques de vanguardia que cuenta con un Solete de la Guía Repsol con tapas y raciones como las manitas deshuesadas con patata trufada, las carrilleras al vino tinto o los Huevos del rey, con boletus, setas, trufa, foie y huevo a la plancha.

El Gastrobar La Pitanza (calle Agustina de Aragón, 38) tiene una carta basada en raciones para compartir. Atención a su tarta de queso curado. En el Asador Casa Juan (calle Joaquín Costa, 3) se pueden comer carnes a la parrilla, además de probar un menú degustación.

En La Borda del Bosnerau (calle Preciados 1), hay comida casera, con delicias como las migas o la croqueta de rabo de toro, o el risotto de carrilleras. Si prefieres comer o cenar una pizza, La Tea (Rambla de San Pedro, 3)m es el lugar que buscas.