Alcañiz es, sin lugar a dudas, uno de los conjuntos monumentales más notables de Aragón. Basta con caminar la corta distancia entre su castillo y su plaza principal para descubrir que esta localidad está volcada en exhibir un inesperado y valioso patrimonio, que se esconde en este rincón meridional de la provincia de Teruel.

ALCAÑIZ Y UN SILENCIO HISTÓRICO

Salvo cuando irrumpen el verano o los tambores de las procesiones de Semana Santa, Alcañiz vive sumido en el apacible silencio que preservan sus callejones y plazas medievales, salpicadas con un sorprendente catálogo de monumentos renacentistas y barrocos. Este pueblo con encanto, cuyo topónimo deriva del vocablo árabe «Alcanit» (el cañizo), creció ceñido por el serpenteante meandro que forma el río Guadalope, que sigue regando los campos de olivos de los alrededores de los que se extrae el “oro líquido” de la comarca, el fino aceite bajoaragonés.

CASTILLO DE LOS CALATRAVOS: GUARDIA ETERNA

Alcañiz se asienta en la ladera del cerro del Puy Pinós, que lleva siglos presidido por el imponente Castillo de los Calatravos. Este monumento, declarado Monumento Nacional en 1925, no solo es un excelente mirador sobre el Bajo Aragón turolense, sino también un testigo de la historia. Construido inicialmente como una fortaleza, el castillo ha servido de palacio, cárcel, cuartel, cementerio y residencia a lo largo de los siglos. Actualmente, el cercano Palacio de los Comendadores, un edificio barroco convertido en el Parador de Turismo de Alcañiz, añade un toque de lujo y comodidad a este histórico enclave.

PLAZA DE ESPAÑA: CORAZÓN RENACENTISTA

El corazón de Alcañiz late en la Plaza de España, donde se erige un conjunto arquitectónico de influencia italiana, considerado único en España. Destacan la Casa Consistorial y la Lonja gótica, ambas declaradas Bien de Interés Cultural y Patrimonio Histórico de España. La Casa Consistorial, con su espléndida fachada manierista y su galería de arcos, junto a la Lonja del siglo XV, crean una estampa renacentista que transporta a los visitantes a otra época.

EL ALCAÑIZ SUBTERRÁNEO Y ARQUEOLÓGICO

Más allá de la superficie, Alcañiz esconde secretos en su subsuelo. Un entramado de pasadizos subterráneos conecta el casco antiguo con algunos de los edificios más destacados, incluyendo el nevero medieval bajo la plaza principal. Estos pasadizos forman parte de la Ruta de las Bóvedas del Frío, que se puede explorar desde la oficina de turismo local.

El legado arqueológico de Alcañiz también es impresionante. Los yacimientos y abrigos con pinturas rupestres en los alrededores, como las de Val del Charco del Agua Amarga, están declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además, los vestigios de poblados íberos en El Palao y otros sitios de la comarca son testimonios de los primeros asentamientos humanos en la región, y se pueden descubrir a través de la Ruta de los Íberos.

DEL RENACIMIENTO AL MODERNISMO

El Renacimiento también hace acto de presencia en otros monumentos de Alcañiz, como la iglesia de Santo Domingo, reconvertida en el espacio De Historia Atrium, y en palacetes como la Casa Maynar, sede comarcal, o la Casa Ardid, que alberga la biblioteca y el archivo municipal. Por su lado, en el paseo por el barroco de la localidad sobresalen la iglesia de Santa María la Mayor o la ermita de la Virgen de Pueyos. Además de las iglesias del Carmen, de San Francisco o los Escolapios y el santuario de Santa Bárbara, reedificado en 1860.

Con el siglo XVIII surgen en Alcañiz molinos y hornos que expanden la localidad y que trajeron un posterior florecimiento que aportó, por ejemplo, las bellas casas modernistas del Paseo Andrade o la Casa Taboada, el Teatro, el Mercado Municipal o diversas obras hidráulicas como puentes, norias y balsas, así como la popular fuente de 72 caños del Parque de la Glorieta.

UNA RUTA GASTRONÓMICA Y CULTURAL

No se puede hablar de Alcañiz sin mencionar su rica gastronomía. El aceite de oliva virgen extra de la región es famoso por su calidad. Los productos locales, como el jamón de Teruel, los melocotones de Calanda y el vino del Bajo Aragón, ofrecen una experiencia culinaria inigualable. Además, los restaurantes de la zona mezclan tradición y modernidad en sus platos, haciendo de cada comida un deleite para los sentidos.

Alcañiz es un destino que sorprende y enamora. Su rica historia, plasmada en sus monumentos, pasadizos y legados arqueológicos, junto con su tranquila atmósfera, hacen de esta localidad un tesoro escondido en Aragón que merece ser descubierto y apreciado. Desde sus calles silenciosas hasta su vibrante plaza, cada rincón de Alcañiz narra una historia de resistencia, arte y cultura.