Desde la Antigüedad, los humanos se han asentado siempre en los valles de los ríos. Espacio fértiles y con abundancia de agua que han permitido que las distintas civilizaciones se desarrollaran. Y nuestra Comunidad Autónoma no ha sido una excepción. El viejo Reino de Aragón nació entre las cumbres y ríos pirenaicos, y en su descenso hacia el sur, se siguieron los cauces de los ríos, articulando la vida de los antiguos aragoneses.

Uno de los ríos más importantes y con más historia a sus espaldas es el río Cinca; un río que acumula pueblos y espacios naturales de gran importancia y que hoy queremos recorrer proponiéndoos una ruta en su tramo alto, desde Ainsa, hasta su nacimiento en el paradisiaco Valle de Pineta.

UNA RUTA ENTRE MONTAÑAS

Comenzamos nuestra ruta en uno de los pueblos más bonitos del Pirineo Aragonés, Ainsa. Esta localidad es ideal para comenzar esta ruta, tanto si vienes de Zaragoza por la carretera de Barbastro y Torreciudad, como si has hecho la ruta del Ara entre Ordesa y Ainsa. Esta villa medieval ofrece múltiples atractivos, desde su plaza mayor porticada al castillo construido en el siglo XI, sin olvidarnos del templo románico de Santa María. Perderse por su casco urbano, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965, es una delicia. Se articula en torno a dos calles paralelas, la calle Mayor y la calle de Santa Cruz. 

El casco urbano de Ainsa es Conjunto Histórico Artístico desde 1965 / Turismo de Aragón

Tras callejear por Ainsa, comenzamos nuestro recorrido ascendente hacia el nacimiento del Cinca siguiendo la A-38 en dirección a la frontera francesa, en un paisaje que te sorprenderá si nunca lo has visitado por sus belleza natural y las pozas y rincones únicos que salpican las riberas del río. En esta ruta, nuestra primera parada es Labuerda, un lugar de arquitectura pirenaica que es ideal d para realizar caminatas entre bosques vírgenes y deportes al aire libre. En las afueras del pueblo destaca la iglesia románica de San Vicente Mártir, con un retablo obra del taller de Juan de la Abadía. Tampoco hay que perderse la iglesia renacentista de San Vicente de Labuerda.

De Labuerda nos dirigimos hacia Escalona. En esta localidad pirenaica merece la pena recorrer el casco antiguo, articulado en torno a la plaza mayor. Entre los monumentos, destaca la iglesia románica de San Martín (fue construida en el siglo XII, y cuenta con una torre campanario. Tampoco hay que dejar de visitar el mirador de Escalona, desde donde se divisan unas vistas increíbles del valle del Cinca. En este pueblo también está el desvío hacia el Cañón de Añisclo, con parajes increíbles de vertiginosas cascadas y frondosos bosques.

De nuevo en el coche en dirección a Francia, no hay que perderse las Gorgas de Puértolas, unas pozas situadas en el río Cinca que debes apuntarte por su vuelves a esta zona en verano: merece la pena darse un buen chapuzón en esta zona y aliviar los calores del verano. Una vez visitadas alguna de estas pozas, llegamos a un pueblo con un nombre que siempre me ha parecido de lo más bonito: Lafortunada. Esta población del municipio de Tella-Sin está situada junto a una central hidroeléctrica construida en 1923. Precisamente, y relacionado con esa actividad, en Lafortunada hay un Museo Pirenaico de la Electricidad.

Tras abandonar Lafortunada, a la derecha nos encontramos con el desvío hacia el valle de Chistau, o Gistau, donde además de parajes salvajes, encontramos localidades como PlanSan Juan de PlanGistaín y Tella-Sin. En nuestro caso, continuaremos sin desviarnos en dirección a Francia atravesando el Congosto de las Devotas, un estrecho desfiladero donde el Cinca se abre camino entre las montañas que lo encajonan.

Nuestra siguiente parada será Bielsa, el último pueblo español antes de la frontera francesa. El casco urbano típicamente pirenaico esconde tesoros como el ayuntamiento renacentista del siglo XVI, donde se sitúa el Museo de Bielsa, el lugar ideal para conocer la historia las tradiciones locales como el carnaval, fiesta por excelencia de este pueblo, además de ser uno de los más antiguos de España.

El Parador Nacional de Bielsa está rodeado de algunas de las cimas más altas de la zona / Paradores

El Valle y Circo de Pineta es la última etapa de nuestra ruta por el Cinca. Al salir de Bielsa, en lugar de seguir hacia el túnel que nos conduce a Francia, tomaremos el desvío hacia Pineta. Allí, nos espera un valle rodeado de altas cumbres (algunas con nieves eternas) y repleto de cascadas procedentes del deshielo. Pastos, y bosques de pinos, abetos y hayas enmarcan esta carretera que recorre uno de los parajes más espectaculares del Pirineo.

En esta zona destacan varios tres miles, como Monte Perdido, Marboré o Tuca Roya. Además de pequeños como pueblos como Javierre, a los pies del circo nos encontramos también con el Parador Nacional de Bielsa, un lugar ideal para dormir, o simplemente, para comer o tomar un café.

Desde el Valle de Pineta salen numerosas rutas, pero entre las más populares están los Llanos de La Larri, un recorrido sencillo que se puede hacer en familia y que en apenas hora y media lleva a las praderas que dan nombre a la ruta. El Balcón de Pineta es otra de las rutas más conocidas, aunque esta es algo más larga, en torno a cinco horas de marcha. Como recompensa, te esperan unas vistas espectaculares del valle. Y si te animas a seguir, en media hora más de marcha puedes alcanzar el lago de Marboré.