Milán, capital de la Lombardía, y también epicentro de la economía, el diseño y la moda italiana, es una ciudad chic y fascinante a partes iguales a la que podemos llegar con el vuelo entre Zaragoza y Bérgamo. Muchos la hacen de menos frente a otras capitales europeas, reduciéndola a que Milán es poco más que la piazza del Duomo y las galerías de Vittorio Emanuele. Y eso, es a todas luces un error garrafal.

Milán es una ciudad fascinante repleta de moda y de diseño, de restaurantes y de tiendas chics, de galerías de arte, de gente elegante y de tranvías amarillos que recorren la ciudad, de palazzos que muestran un pasado deslumbrante, de jardines y fachadas repletas de plantas…

Lejos queda aquella Milán oscura y gris de hace unas décadas. Hoy es una ciudad que deslumbra a cuantos se adentran en ella con intención de conocerla gracias a su animada vida urbana. Pocas ciudades hay capaces de combinar el exhibicionismo excesivo de Gucci con la elegancia de Armani, sin olvidarnos de la sofisticación de Fendi o de la opulencia del universo de Seletti.

QUÉ VER EN MILÁN

La capital de la Lombardía es una ciudad manejable y asequible. Todo está más o menos cerca. Y eso permite disfrutarla y conocerla en dos o tres días. Y todo gira en torno a la piazza del Duomo. Este es el epicentro de la ciudad, el lugar en el que vamos a comenzar esta visita.

La gran catedral gótica de Milán, con la estatua de la Madonnina en lo alto, fue iniciada en 1386 por Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán. Como consejo, no olvidarse subir a lo alto de la que es segunda catedral más grande de Italia para, entre pináculos, disfrutar de las vistas de la ciudad.

En la piazza, al margen de la catedral, no hay que perderse los soportales repletos de cafeterías y restaurantes, del Palazzo Reale, y de la escultura ecuestre en bronce de Vittorio Emanuele II, presidiendo el centro de la plaza. Si te gusta el Campari, nada mejor que visitar Camparino in Galleria. Este establecimiento inaugurado en 1867 antes llamado Zucca, fue inaugurado en 1867. Allí se sirvió el primer Campari, el emblemático aperitivo italiano, y por sus mesas pasaron gentes ilustres como Verdi y Toscanini.

Cerca del Duomo, nuestra siguiente parada será visitar las galerías Vittorio Emanuele. Estas galerías, tan de moda en el siglo XIX, conservan todo su esplendor. A diferencia de otras galerías, como las que existen por ejemplo en Nápoles, las galerías milanesas todavía mantienen la elegancia y la grandiosidad que tuvieron gracias a la presencia de cafés y tiendas de lujo.

Galerías Vittorio Emanuele / Italia.it

Estando en la capital de la moda, y ya que hemos visitado las galerías de Vittorio Emanuele, dirigiremos nuestros pasos hacia lo que es conocido como el Quadrilatero d’Oro. Lo que en España llamaríamos la Milla de Oro, pero a lo grande y sin tapujos. En la zona conformada por Corso Venezia, Vía Manzoni, via della Spiga y Via Montenapoleone (los milaneses la llaman Montenapo) se acumulan las firmas de lujo que han encumbrado a la ciudad como capital de la moda.

Desde Fendi a Gucci, pasando por Valentino, Etro, Dolce & Gabbana o Louis Vuitton. Un consejo, no perderse 10 Corso Como, una de las tiendas más espectaculares de la ciudad donde es posible encontrar varias firmas de lujo, ver una exposición y tomarse algo en el patio del café restaurante. También puedes visitar los grandes almacenes La Rinascente, que son a Milán lo que las galerías Lafayette son a París.

A escasos metros del Duomo nos encontraremos con una de las plazas más pintorescas de la ciudad, la piazza Mercanti. En la Edad Media fue el centro comercial y político de la ciudad, y ese pasado queda patente en los palacios que conforman este rincón de la Milán medieval con edificios de ladrillo rojo, grandes arcadas abiertas, estatuas e incluso una torre con un reloj que marcaba el horario comercial de la ciudad.

Brera es de los barrios más atractivos de Milán / Italia.it

El barrio de Brera es una de las zonas más atractivas y dinámicas de la ciudad. Y por supuesto, no hay que perdérselo. En este barrio con personalidad propio hay tiendas, cafés, alta cosmética, restaurantes y museos, dentro de un ambiente a mitad de camino entre lo bohemio y el lujo. Entre sus museos, no hay que dejar de visitar la Pinacoteca di Bresa, una de las más importantes del país al contar con obras de Caravaggio, Rafael o Tintoretto. Y ya que estamos aquí, podemos tomarnos un café en el Caffè Fernanda, el bar de la pinacota.

Nuestra siguiente parada será el Castello Sforzesco, construido en el siglo XIV y sede de varios museos, y el parque que hay al lado, el Parco Sempione. Este parque es el más importante de Milán gracias a sus  386.000 m², y fue construido en estilo inglés en 1890 sobre una antigua plaza de armas que se usaba para la formación militar.

En esta iglesia milanesa está La Última Cena, de Leonardo da Vinci / Italia.it

A diez minutos del castillo Sfrozesco hay otra visita imprescindible para los amantes del arte, la Iglesia de Santa María delle Grazie. En su interior encontrarás una de las obras de arte renacentistas más famosas de la historia, La Última cena de Leonardo da Vinci. Eso sí, recuerda reservar cita con bastante tiempo, porque si no tienes algo de previsión es complicado poder verla.

De camino hacia el sur de la ciudad, nos encontraremos con la Biblioteca Pinacoteca Academia Ambrosiana, uno de los museos más antiguos de Italia, con obras de Tiziano, Leonardo da Vinci, Caravaggio, y con la basílica de Sant’Estorgio, uno de los templos más antiguos de Milán, y en el que se dice que se encuentran parte de los restos de los Reyes Magos.

De allí nos iremos a Navigli, el barrio más alternativo de la ciudad. Una zona ideal para perderse y disfrutar de su ambiente, sobre todo, de noche. Allí, los canales son protagonistas desde el siglo XII, utilizándose por ejemplo para transportar las piedras con las que se construyó la catedral de Milán. En su mejora participó uno de los genios del Renacimiento, Leonardo da Vinci. De esa red de canales, tan solo quedan dos, Naviglio Grande y Naviglio Pavese, y lo mejor es perderse por allí para descubrir boutiques de diseño, librerías, cafés, restaurantes y muchos locales de copas.

El mejor diseño italiano está en Trienal / Italia.it

Si te queda tiempo, además de los museos mencionados, puedes visitar el Museo del Novecento, el Museo Poldi-Pezzoli, la Fondazione Prada (un destacado centro cultural del Milán más actual donde visitar su torre a bordo de su ascensor panorámico es una experiencia única con 9 plantas de exposiciones dedicadas al arte moderno y contemporáneo), o la Trienal, un espacio situado en la planta baja del Palazzo dell’Arte y donde encontrarás las piezas más icónicas del diseño Italiano desde los años 40 hasta los 80.

También es recomendable visitar la Stazione Centrale, una impresionante estación que te dejará sin habla, y por supuesto, visitar La Scala. La ópera de Milán, inaugurada en 1788, es uno de los orgullos de la ciudad. Si interior te deslumbrará, y si eres aficionado a la ópera y puedes disfrutar de una representación en directo, es algo que no olvidarás en la vida.