El mundo del vino es rico en tradición y detalles que a menudo pasan desapercibidos para el bebedor ocasional. Uno de estos aspectos que rara vez se discute pero que tiene un papel fundamental en la experiencia de disfrutar un buen vino es la forma del fondo de las botellas.

Ese característico fondo curvo que adorna la mayoría de las botellas de vino no es simplemente un capricho estético; Tiene un propósito profundo y práctico.

La forma convexa en la base de las botellas de vino se remonta a tiempos antiguos, cuando la fabricación de estas botellas era un arte que enfrentaba dificultades técnicas. En esos días, lograr una base lisa en las botellas resultaba una tarea complicada, lo que llevó a la adopción de esta característica distintiva.

Además de su atractivo visual, esta forma curva aporta ventajas significativas en la preservación y el servicio del vino.

El fondo curvo de las botellas de vino desempeña un papel crucial en la distribución de la presión interna de manera uniforme. Esta característica es especialmente importante en el caso de el vino espumoso, que genera una mayor presión.

Gracias a esta forma, se evitan posibles explosiones o desprendimientos inesperados, garantizando la seguridad al manipular las botellas.

Además, la forma curva en la base facilita su agarre de manera elegante, similar al gesto de un camarero al servir. Este aspecto es especialmente valioso durante el proceso de servir el vino, ya que el agarre firme y controlado permite una experiencia más agradable al no temer que la botella resbale de las manos.

Otro aspecto importante de la forma del fondo de las botellas de vino es su capacidad para evitar que los sedimentos del vino lleguen a la copa al servirlo. La forma convexa en la base de la botella ayuda a que los sedimentos se queden en los laterales del fondo, evitando así la mezcla no deseada con el líquido transparente que se disfruta al beber un buen vino.