En 2028 se celebrará el bicentenario del fallecimiento del pintor aragonés Francisco de Goya. El Gobierno de Aragón ya está trabajando en esa efeméride con un plan director que incluye iniciativas como llamar Goya a la estación de Zaragoza-Delicias, celebrar en la capital aragonesa unos Premios Goya, o convertir la plaza del Pilar en un espacio centrado en su figura.

Para conseguirlo, la Diputación General de Aragón quiere reconvertir los antiguos juzgados en un espacio centrado en la figura del pintor, además de transformar la iglesia de San Juan de los Panetes en un espacio de recreación virtual sobre la faceta muralista del pintor de Fuendetodos que podría abrir a finales de año, si no se frustran los planes tal y como sucedió con el Espacio Goya que iba a abrir en la antigua Escuela de Artes de la plaza de los Sitios.

EL PASADO DE SAN JUAN DE LOS PANETES

El templo en el que se pretende crear ese espacio inmersivo ocupa uno de los lugares más icónicos de la ciudad. Como telón de fondo de la plaza del Pilar, su torre inclinada del siglo XVI es un elemento imprescindible del skyline zaragozano. Situada a orillas del Ebro junto al torreón de la Zuda y las murallas romanas.

Este templo católico se terminó de construir en 1725 en estilo barroco, y al mismo se accede tras subir una escalinata única en la ciudad. La actual iglesia sustituyó a un templo anterior de estilo románico que perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén o de los Hospitalarios.

Esta orden militar se asentó en la capital del reino hacia el siglo XII, y levantó su centro neurálgico en el torreón de la Zuda, desde su donación por Alfonso II al convertirse en sede de los comendadores de al orden. Allí, los hospitalarios construyeron un palacio fortaleza con casa conventual, dependencias para pobres y enfermos, y por supuesto, una iglesia. En alguno de los torreones de la muralla romana incluso se habilitó una cárcel de la orden.

El templo primitivo fue consagrado a principios del siglo XIII, estando dedicado a la Virgen y a San Juan Bautista. Al poco tiempo, el templo fue conocido como San Juan de los Panetes, dado que en sus puertas los monjes entregaban pan a los más desfavorecidos de la ciudad. De ese antiguo templo románico queda un crismón que está insertado en la fachada de la cercana Basílica del Pilar, junto a otro procedente del monasterio del Santo Sepulcro.

A principio del siglo XVI la iglesia sufrió un incendio que la destruyó, acabando con la mayor parte del archivo eclesiástico y del tesoro y de las obras de arte que guardaba. De ese incendio tan solo se salvó un calvario del siglo XVI.

Dibujo de San Juan de los Panetes / Fundación Lázaro Galdiano-GAZA

La edificación de la nueva iglesia comenzó a mediados del mismo siglo, teniendo como gran impulsor al Gran Castellán de Amposta, Vicente de Oña. Finalmente, y tras numerosos problemas, las obras finalizaron en el siglo XVIII, siendo consagrado el templo en 1725.

En el exterior, destaca la portada barroca y su torre inclinada de ladrillo y forma octogonal. La torre es de estilo mudéjar y cierto aire renacentista, está rematada por un chapitel y cuenta con una pequeña inclinación en dirección hacia la plaza del Pilar a causa de una defectuosa cimentación.

Por suerte, esa inclinación no supuso que fuera derruida, tal y como sucedió con la Torre Nueva, pese a que en los años 30 se intentó derribarla también. En esa época fue declarada Monumento Nacional, un nivel de protección que la salvó de otro intento de ser derribada al acabar la Guerra Civil.

En el interior, el templo tiene tres naves de igual tamaño y altura, con bóvedas decoradas en estilo barroco. Cuenta con una cúpula sobre crucero, y en el suelo podemos ver varias cruces de Malta, haciendo referencia al origen hospitalario de esta iglesia, dado que la Orden de San Juan de Jerusalén o de los Hospitalarios era filial de la Orden de Malta.

INCENDIADA POR LOS ANARQUISTAS

Dos siglos después de la finalización de las obras en el siglo XVI, el templo vivió una nueva tragedia cuando en diciembre del año 1935 unos anarquistas incendiaron la iglesia en el transcurso de un levantamiento de este grupo contra la República.

Cuentan las crónicas que los bomberos fueron tiroteados por los anarquistas cuando acudieron a sofocar el incendio. Las llamas destruyeron los retablos y el arte sacro del interior del templo, salvo un Cristo crucificado. A partir de 1960, el Estado comenzó a rehabilitar San Juan de los Panetes.

En 1987 los alrededores del templo vivieron uno de los hechos más tristes de la Zaragoza moderna, el atentado terrorista de ETA contra un autobús militar que acabó con la vida de dos personas y dejó decenas de heridos. Esta explosión, además de las víctimas personales, también afectó al templo zaragozano, teniendo que realizarse tareas de consolidación.